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El escritor y guionista argentino, que triunfa en el mundo, cierra un 2022 exitoso con Granizo y Bardo entre las películas preferidas del público.
31/12/2022 - 00:00hs
Nicolás Giacobone, ganador del Óscar al mejor guion original por su trabajo en Birdman (2014) de Alejandro González Iñárritu, vuelve a unirse al director mexicano para impulsar Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades, propuesta que llegó a Netflix, con la participación de Griselda Siciliani, tras presentarse en el Festival de Venecia y tener un recorrido breve en salas. Sobre la propuesta y otras experiencias hablamos con Giacobone en exclusiva.
—¿Sensaciones por el recorrido que viene haciendo la película?
—Muy bien porque es una película muy especial para mí, motivante de sacar a la luz, estuvimos con ella en festivales, en Morelia, en Nueva York. Es una película interesante porque conecta de maneras distintas, e incluso con cada nacionalidad.
—¿Cómo fue la recepción en México?
—Muy buena, porque es una película que solo en México la van a entender al 100 por ciento, guiños a su historia y a cuestiones que tienen que ver mucho con lo mexicano. Los conflictos principales son universales, pero los detalles y cuestiones puntuales los van a comprender más en México, también por el humor, pero sí, la recepción fue muy buena.
—¿Cómo es para vos, justamente, indagar en otras identidades, como la mexicana, y desde ahí plasmarla en un guion?
—No es simple, conozco mucho México porque voy hace muchos años, hace años que trabajo con Alejandro, fui muchas veces allí, pasé mucho tiempo, obviamente eso no me hace mexicano ni cerca, pero sí creo que tengo un conocimiento del país un poco mayor que otras personas que no han ido tanto. Leí mucho de la historia, de cosas puntuales para la película, como la guerra entre Estados Unidos y México, la llegada de Cortés, pero tenía a Alejandro como coescritor que podía ayudar, y creo que también ayudó que soy de afuera para poner el color universal y él el color local.
—Venís trabajando hace tiempo con Alejandro, ¿qué podés contar de esa sociedad?
—La verdad es que somos amigos ya, venimos hace tiempo trabajando, con una forma establecida. Trabajar con él para un guionista es genial, porque cada proyecto es nuevo y ninguno tiene que ver con el otro, y cuando llega una primera idea, llega un signo de pregunta, y lo primero que pienso es cómo voy a hacerlo, pero el proceso es similar, pasamos primero mucho tiempo juntos, tomando notas sobre qué es lo que él quiere, es muy ameno, estamos juntos, en pijama, dando vueltas, comiendo, tomando, no se siente como trabajo y eso ayuda mucho en la colaboración. Y en Bardo fue clave, porque es un proyecto muy personal para él, y esa primera semana fue como una terapia, él me contó cosas personales, cuestiones muy duras como la pérdida de un hijo que se iba transformando en ideas incluso cómicas, y a la noche nos matábamos de risa, porque esa idea se transformaba en algo absurdo.
—Hablanos particularmente del desarrollo de Bardo...
—La idea es que siempre en el guion esté la mayor cantidad de detalles posibles. Tiene distintas etapas, primero está el literario, sin tanto detalles, porque sé que después va a haber otras personas dedicadas, por ejemplo, al vestuario, al avanzar y estar involucrados otros equipos, ahí sumamos detalles, y eso no quita que en el set aparezcan otras cuestiones, pero siento que el guion de Bardo es muy similar a la película.
—¿Es el guion que más te costó?
—Sí, en todo sentido.
—¿Cuánto tiempo te llevó escribirlo?
—Alejandro siempre dice que son tres años, pero no es que estás tres años tipeando, sí desde que nos reunimos por primera vez, pero durante todo el tiempo estamos haciendo algo que llamamos “ejercicio”, de lo que será la versión final; nos juntamos, creamos notas, después me encierro a escribir, eso dura meses, se para, y luego se vuelve a escribir otra versión. Paramos siete meses por la pandemia, que nos vino bien porque volvimos a revisar todo.