El talentoso intérprete sorprende con una lograda actuación en una película que habla de un flagelo que atraviesa a culturas y sociedades.
Hoy llega a los cines Historias invisibles, de Guillermo Navarro, con Eleonora Wexler, Vanesa González, Antonella Ferrari, y la participación especial de Pablo Pinto, con quien hablamos en exclusiva. Historias invisibles es un relato inspirado en hechos reales que narra la historia de dos chicas secuestradas por una organización de trata de personas y la lucha desesperada de sus padres por recuperarlas.
—¿Cómo te sentís con poder mostrar un trabajo en medio de todo este caos y además una película que tiene un mensaje muy particular y puntual?
—Me siento como un representante hacia esto porque sé que es una peli con una trama difícil, cruda, dura, que no está bien y nunca se termina de contar esta historia, nunca la terminamos de cerrar. Sabemos que está, que funciona, que está latente, que existe toda esta mierda y no hacemos nada, y está tan cerca nuestro también. Para nosotros, particularmente para mí, es una satisfacción poder plantar una bandera y contar una historia que es tan jugada. Creo que también hay un mérito del director que escribió esto y que se la jugó de encontrar esta historia, que ya te digo, siempre se cuenta medias y lo que siento acá es que es una película que se cuenta correctamente, pero también tiene otros matices. Entonces hay una mezcla ahí de por qué no es solo una película sobre trata, también te cuenta a esos padres que son como héroes, y que con muy pocas posibilidades y muy pocos recursos enfrentan a esta gente que son gente muy pesada, muy poderosa. Y vos ves a los padres, que hay miles que encaran esta situación y a veces, hay que ser cruel, que no tienen resultado y siguen luchando, entonces es como eso también satisfactorio, meterse en ese mundo y contar esta historia.
—En el caso de tu personaje hay algo que es interesante que, a diferencia por ahí de otras oportunidades en donde vos aparecías o desaparecías de la película, pero sin un contexto, acá hay un desarrollo que nos permite ver también la transformación del personaje, ¿eso para vos te gustó del guion?
—Cuando me pasa el guion, Guille, me pareció superinteresante y superjugado artísticamente. El personaje cuenta, pero tiene también empatía con el público, después en un momento es un tipo duro, pero que también pensé... voy al almacén y hay un chabón adelante mío, que puede ser este Ringo, ¿entendés?, y vos lo ves, es un padre de familia, un tipo laburante y después tiene ese lado oscuro. Entonces, digo, como personaje va a ir bien, el personaje me parece superfuerte y también era como un desafío para mí hacerlo y por suerte creo que gustó y el director quedó muy contento, conforme. Y me pasó algo muy loco, que me gustó el laburo que hice, por ahí suena mal decirlo, pero hay veces que no te gusta lo que hacés. También decidí leer el guion y no investigar mucho, decidí hacer lo que me pasaba en el momento, respetando el guion, pero también esos sentimientos que no los tenés que ensayar, los tenés que ir largando a medida que lo vas actuando, eso también creo que fue el lado positivo y tener unos compañeros increíbles que pateas el centro y lo cabecean. Eleonora está genial, Vanesa está genial, Antonella esta bárbara, todos están muy bien, entonces a mí me sirvió eso, tener unos compañeros que entendieron la consigna del guion.
—En relación con el personaje, el desafío y la apuesta que hicieron con vos, ¿es clave, como en esta película, juzgar al personaje?
—Para mí, sí, no lo hago en ningún momento, hasta comprendo al personaje, lo comprendo. No tiene mucha salida, es un tipo sin estudio, fue un exboxeador, está acostumbrado a eso, pero también tiene una conexión paternal hacia él, hacia la actriz, el personaje de Antonella en un momento. Lo fui sintiendo para ese lado, como que el chabón iba a cuidar a esta chica, porque él también sabe que es distinta y todo lo que está pasando. Entonces busqué ahí una imagen paternal y que también fue difícil porque yo tengo una hija adolescente, de 15 años, y en ese momento me pateaba un poco ahí la historia, decía: me puede pasar a mí como padre. Pero, bueno, el personaje lo busqué por ese lado y tratar que también la gente, entre comillas, lo quiera y lo entienda también.
—La película la rodaron en Mendoza y hace un tiempo…
—Sí, 100% en Mendoza y esto fue en plena o cuando se libera un poco lo de la pandemia. Pero aparte fue muy loco, porque yo hago el casting y nos agarra la pandemia y quedó colgado ese casting. Yo me olvidé. Un día me llaman, cuando se abren ya los permisos para empezar a laburar, y me dicen que había quedado en una película y yo te juro que me había olvidado de que había hecho este casting. Así que bueno, para mí fue hermoso arrancar a laburar y teníamos todas las ganas de elaborar y a mí, como personas, me vino rebien, porque la pandemia, estábamos encerrados y hacíamos pan casero y engordé un montón y para el personaje estaba buenísimo.
—Estrenás esta película y, ¿cómo sigue el año de trabajo?
—Estuve haciendo una peli muy independiente, Júpiter, y estamos con Eduardo, mi hermano, con el estreno Las nubes, que si Dios quiere será en agosto. También tiene que estrenarse Búfalo, de Nicanor Loreti, que también ahí anda, dando vueltas, y después estoy en la segunda temporada de División Palermo. Así que muy contento, porque es laburo, feliz, pero a la vez estoy bastante triste porque hay un montón de compañeros que no están laburando y no hay películas y me pasó porque tenía el proyecto de dos películas para hacer y las tuvieron que bajar y así estamos, viste, estamos como con esa lucha, una lucha que tenemos que seguir para adelante.