Philipp Hartmann, el director alemán más argentino
Frecuente visitante del país, en sus películas sonido e imagen confluyen de una manera única, creando universos maravillosos que sirven para pensar y reflexionar.
entrevistaFrecuente visitante del país, en sus películas sonido e imagen confluyen de una manera única, creando universos maravillosos que sirven para pensar y reflexionar.
08/10/2022 - 00:07hs
Presente en muestras y festivales locales con sus producciones cinematográficas, el realizador alemán llamado Philipp Hartmann ya es un habitué por este suelo y se convirtió en uno de los más queridos cineastas del ambiente. Es por ello que diario Hoy dialogó con él para saber más sobre este vínculo cosechado con la Argentina y sus trabajos llevados a cabo hasta el momento, como lo son la hermosa 66 Kinos, From the 84 days, Virar Mar o la reciente e hipnótica Madrasha.
—¿Cuándo supiste que querías ser director? ¿Bajo qué circunstancias se gesta este interés?
—Desde niño me interesaba la fotografía como un hobby, y después, mientras tomaba otros rumbos profesionales, en algún momento, junto con un amigo, hicimos un corto experimentando con entrevistas e imágenes en formatos como super-8 y digitales (Stillstand, de 2001). En ese momento me fui a hacer un doctorado en Economía en Brasil y allá me tropecé con un festival de cine universitario en Niterói y Rio de Janeiro. Tuve el placer de entrar, por una semana, en ese clima fantástico de festival –viendo un montón de películas y yendo a un montón de fiestas, charlando con gente que estudiaba cine–. Y ese clima de festival ya me dejó casi convencido de que era eso a lo que iba a querer dedicar mi vida profesional. Y después, en el último día del festival, pasaron una película argentina que era la última gota que faltaba para derramar el vaso. Solo por hoy, de Ariel Rotter, editada por Pablo Giorgelli al que conocí en ese festival. Una película sobre un grupo de amigues que trabajan algo y todos sueñan con hacer algo diferente. Fue como una revelación. Me vi totalmente a mí en ese filme. Que hacía yo en ese entonces, escribiendo una tesis de doctorado en economía, cuando, en realidad, soñaba con hacer cine. Esa misma noche tomé la decisión de dedicarme al cine. Y hasta hoy estoy agradecido por haber tenido ese momento de lucidez. Justamente la semana pasada volví a ver, en Buenos Aires, Solo por hoy en un DVD y a la noche siguiente de repente estuve en medio de un asado con Aili, su mujer, Ariel y Pablo. Qué encuentro más lindo con el cine y la vida real.
—¿Cuál es tu primer recuerdo de cine? ¿Qué recordás de esta curiosidad que luego se volvió un oficio?
—Debo haber tenido como cinco años. Mi padre me llevó a un cine en nuestro barrio a ver no me acuerdo qué película. Pero me acuerdo del corto que pasaron antes, un corto sobre el monstruo del lago Ness. Poco después cerraron ese cine y el edificio volvió supermercado. Y la ironía, sabia como es, organizó el destino de tal forma que, justo cuando yo estaba filmando, en 2016, mi película 66 Kinos, demolieron ese edificio. Lo filmé, decidí no incluirlo en 66 kinos, pero hice un pequeño corto de ese material, Skala, se llama.
—Por suerte, muchas de las películas y visitas te han acercado a la Argentina, ¿cuál es tu relación con el país? ¿Qué es lo que más te gusta? ¿Qué realizadores de aquí admirás?
—Bueno, aquí se podría responder todo un largometraje de historias y detalles. Fue una película argentina que me ayudó a tomar la decisión de hacer cine, pero generalmente no me convencen mucho los conceptos de los países y fronteras entre ellos. En este sentido no sé si hay algo estrictamente “argentino” que podría responder aquí. Creo que son más determinadas personas o lugares y paisajes específicos que me llaman la atención. Que, por casualidad, pueden encontrarse en la Argentina. Como en mi corto De la necesidad de navegar los mares, que filmé, entre otros lugares, en la ciudad de Humboldt, en la provincia de Santa Fe, u otro corto con intervenciones absurdas y subversivas en las calles de Buenos Aires (Entre despacio y por favor no haga ruido, de 2010). Y, por último, pero seguramente es lo más importante, lo que siempre me encanta en Argentina son muchos amigos que tengo en ese país.