entrevista
Benito Malacalza: “Soy un obrero de la composición y la canción, que es lo que más me importa”
El músico tiene reciente disco nuevo y mañana, en la ciudad de Buenos Aires, dará comienzo a una serie de recitales donde lo presentará. En esta entrevista con diario Hoy recorrió parte del álbum y anticipó algo de los shows.
Gustavo “Benito” Malacalza nació en Carmen de Areco, pero vive desde muy chico en Lanús. De esa mudanza temprana –y a cada vuelta de sus reiteradas estadías de verano que pasaba allí, en la casa de sus tíos y primos–, algo que se llevó encima es cierta música. La que le llegaba de sus primos, lo que sonaba en su casa. Milonga, cifra, puro folklore.
Desde la adolescencia hasta acá tuvo bandas de rock, de música contemporánea, de punk, de trash. Por ejemplo, fundó el recordado grupo Fanfarrón, junto al ex-Brujos Fabio “Rey” Pastrello: un combo de rock, folclore, cumbia y dub. Pero de un buen tiempo a esta parte anidó en el folklore. No de una manera clásica, sino todo lo contrario: un ensayo personal y experimental de cómo él entiende a esa música, tanto en su género y forma como en su contenido.
Después de los muy buenos discos Escalera al suelo (2012) y Cuises y liebres y pájaros (2016), acaba de publicar Suite boliguaya, un cancionero nacido y pulido a partir de sus años en Bolivia: canción andina y psicodelia criolla; producido, mezclado y masterizado por Juan Armani, con la participación de Andrés Segret. Mañana a las 20 lo presenta en Club Secreto, de CABA. Será en formato banda y lo acompañarán Ignus Zavalia en percusiones, Nicolás Lapine en trompetas, Ale Grifftis en guitarras. El propio Malacalza se hará cargo de guitarras, sintetizadores, voz y efectos. Y sobre ello dialogó con diario Hoy.
—¿Qué diferencia a Suite boliguaya de tus discos anteriores?
—La Suite tiene como siete años porque quedó medio trunca en un momento de quilombos míos, pero básicamente lo que tiene es madurez. Reflexión. Los otros son como más experimentos, y este por más que tenga su cuota de experimento tiene una certeza de querer echar luz sobre cosas ideológicas que me movilizaron muchísimo de mis viajes a Bolivia, ir al norte, de conocer pueblos originarios y pueblos y músicos que me hablaron de lo filosófico y la cosmovisión andina. Ahí está la madurez de querer mostrar un poco todo eso. Los otros discos eran más azarosos. Tenían esa impronta. Ahora la decisión fue esa, que hubiera mucha reflexión de la frontera, de los obstáculos, del camino de la gente. Suite boliguaya refiere a eso, a que no se trate sálvense quien pueda sino de tender la red y ser cuidadoso de la Pachamama y de nosotros
—¿Cómo definirías tu música?
—Básicamente soy un obrero de la composición y la canción, que es lo que más me importa. Todos los experimentos finales siempre van a una melodía, a una letra, a una canción. Lo que intento hacer es un cancionero que en mi pretensión y en mi fantasía después quede. No son trapisondas, tienen una búsqueda y mucho amor atrás.
—¿Cómo van a ser estas presentaciones?
—Con banda, que es la que me va a acompañar en todo lo que tenga que ver con la Suite boliguaya. Este es regularmente mi equipo de gente. Los shows son con invitades. Mucha instrumentación, no hay pistas. Tenía ganas de que estos shows fueran como un encuentro provincial, que tenga algo de una peña típica; a mí mucho la peña no me gusta, porque siempre se quieren cantar y bailar las mismas canciones. Ojo, no me quiero hacer el terrorista del folklore.