La ficción catapultó a Natalia Oreiro y Diego Ramos a la fama.
Como una versión moderna del clásico Romeo y Julieta, escrito por William Shakespeare, Alejandro Romay ideó una telenovela que iba a durar seis meses, pero terminó consolidándose por dos años consecutivos y fue un éxito en el prime time. Esta historia catapultó a Natalia Oreiro y Diego Ramos como figuras de primera línea, en una ficción escrita por Adriana Lorenzón, Oscar Ibarra y Daniel Delbene.
La trama inició con una fiesta de la denominada alta sociedad donde coincidieron dos jóvenes, Valeria y Diego, cuya atracción fue instantánea. Todo parecía un cuento de hadas, pero lo que no sabían era que sus papás estaban enfrentados a muerte y esto desencadenaría una serie de desgracias.
El malo de la historia fue interpretado por Oscar Ferreiro, quien era un mafioso y el padre del galán. En un momento, contrató a un abogado, encarnado por Antonio Grimau, progenitor de Natalia Oreiro en la tira, que terminó encarcelado por una falsa causa de lavado de dinero. Esto dejó a su familia en la ruina, hasta que fue liberado por falta de pruebas.
Gracias a los guionistas, el amor fue más fuerte y triunfó cuando la pareja logró escaparse para casarse en Cuba. Allí fundaron una familia con la llegada de la primera hija en común.
Lo insólito fue que la trama continuó por mucho más, con un elenco que cambiaba en cada temporada; y logró darle la bienvenida a Carla Lucero, el personaje que Carina Zampini interpretaba en Por siempre mujercitas y que se trasladó a este otro. Esta fue una idea de Alejandro Romay, que no frenaba nunca con sus ocurrencias para sorprender a sus seguidores. Además el dato de color estuvo dado por el hecho de que la novela continuaba al aire, pese a que el canal fue vendido en dos oportunidades.