La dupla vuelve a trabajar tras Jauría en una propuesta que dialoga con cambios de paradigmas y
la idea de “chico conoce a chica”
más tradicional.
Comienzo, del dramaturgo británico David Eldridge, protagonizada por Vanesa González y Gastón Cocchiarale y bajo la dirección de Daniel Veronese y producción de Sebastián Blutrach, se presenta los sábados a las 22 y domingos a las 18 en el teatro Picadero (CABA), desandando el encuentro de dos personajes muy diferentes entre sí. Hablamos con González y Cocchiarale para saber más detalles de su trabajo.
—¿Cómo se sienten ya después de haber estrenado?
—Vanesa González: Muy aliviados, la verdad. Quiero hacerme cargo que a mí, por lo menos yo, tenía muchos nervios. Siempre tengo muchísimos nervios antes de estrenar, es más, necesito que ese tiempo sea un poco la previa como una especie de cápsula, porque la exposición de mostrar el trabajo casi siempre me hace transitar muchos nervios. Así que bueno, una vez que parimos sentí como que el cuerpo empezó como a ablandarse un poquito más, pero felices.
—Gastón Cocchiarale: Claro, tantos días, tantas horas y de pronto, bueno. Todos los espectáculos tienen sus etapas, la etapa del ensayo y la etapa de las funciones que modifica mucho también a la obra. Porque empieza a incluirse esa construcción, medio de ritual que se hace, que no solo es lo que construimos Vane y yo junto con Veronese, sino también lo que empieza a construir el público con nosotros, desde el humor, desde la emoción, desde todo punto de vista. Entonces, acostumbrándonos también al espacio porque, bueno, pasar de ensayar un mes y medio en un espacio y de pronto pasar a la sala siempre es riesgoso y tiene su sus cuestiones. En ese sentido, como acomodándonos, pero felices porque mostramos lo que queríamos mostrar, contamos lo que queríamos contar y fue muy bien recibida la obra. Así que alivio y felicidad son dos palabras que podrían aplicar.
—¿Cómo fue para ustedes reencontrarse en el escenario tras Jauría?
—VG: Hermoso, lo quiero muchísimo, es un actor fabuloso. O sea que para mí, después de haber compartido Jauría, que de repente tengamos la oportunidad de trabajar un material donde estamos mirándonos a la cara, una obra para todo público... Porque Jauría era terrible, muy atravesada por un nivel de violencia tremendo, y de repente esta obra es una historia de amor. Y la propuesta que hace Daniel, estamos absolutamente conectados, tratando de abstraernos del afuera, estando cada minuto ahí con el otro, queriéndonos, escuchándonos y trabajando a través de lo que recibimos del compañero. Hermoso. Para mí es realmente de una generosidad este encuentro y tener la oportunidad de poder actuar juntos por primera vez, porque ya hemos compartido escenario, pero el trabajo fue al 100% otro tipo de manera de encarar.
—GC: Para mí Vane es una de las mejores actrices del país, y es un privilegio para mí como actor porque la verdad que lo único que tengo que hacer es mirarla y con eso ya alcanza y sobra. Entonces en ese sentido es muy hermoso y coincido con lo que dice Vane. Pasamos de un espectáculo en el que no nos mirábamos casi nunca a uno que nos tenemos que evitar todo el tiempo, y a una situación completamente opuesta. Pasar de una situación de violencia, de agresión sexual a otra donde es el amor, el deseo, y son otros los motores que mueven la acción de la obra. Entonces es muy interesante de pronto construir eso con ella, construir un tipo de forma de vincularnos en escena muy distinto. Porque ahora de repente yo tengo otro tipo de masculinidad, otro tipo de hombre, otro tipo de situación, ella avanzándome a mí, corriéndome y entonces muy divertido, muy lindo. Es lo que uno más agradece como actor, el hecho de compartir materiales tan distintos y encima con una compañera que yo amé a trabajar y que disfrute enormemente. Esto se estableció desde el día uno y que después fue puro disfrute. La verdad, tanto el período de ensayos, como ahora el período de funciones, tenemos una intimidad nosotros antes de entrar a escena, donde decimos vamos a querernos, que motoriza mucho también la obra y nos motoriza a nosotros como compañeros.
—VG: Y además, tuvimos muchos rituales previos, de mucho ensayo, porque era el punto de partida de Veronese que empecemos con la letra sabida, nos juntábamos, café de por medio, a ensayar.
—GC: Hicimos una metodología que era conocer todos los cafecitos de Colegiales y Palermo. Nos juntábamos a tomar café y a pasar letra, porque, bueno, Daniel es muy exigente y nos pidió que desde el día uno estuvieran las 40 páginas de la obra sabidas. Entonces, con Vane, que somos bastante soldaditos en ese sentido, nos juntamos durante todo enero y eso también hace el trabajo muy ameno, encontrar a alguien con tu mismo nivel de obsesión, de disciplina, de pasión y de amor por el oficio, que hace que todo fluya de otra manera.
—Me quedo tranquilo que dijeron “cafecito” y que no fueron a tomar todo lo que toman en el escenario...
—VG: Igual danos tiempo, esto recién empieza.
—Gastón hablaba un poco sobre su personaje, que es una masculinidad nueva representada en el teatro y también tu personaje, ¿cómo lo viven desde ese lugar?
—VG: Mirá, el otro día vino Guillermo Ghio, que es un director hermoso a quien yo quiero mucho y le contaba Gasti que me decía que era para él muy conmovedor que en la obra suceda ese nivel de distancia que está muy explícito entre el mundo femenino y el mundo masculino. Esa necesidad casi desesperada de tratar de acercarse y de no saber cómo esos dos mundos pueden encontrarse de un modo un poco más amable y menos desafiante. Sin tanto temor a la frustración, al error, a la equivocación, que me parece que eso también algo que planteó Daniel diciendo: esto está lleno de errores. Pero ver de qué manera están a corazón abierto, cometiendo todos los errores que tengan que cometer, pero siempre con la intención de acercarse un poco más al otro y a la otra.
Sus miradas sobre el actual momento de la cultura
—¿Cómo están viviendo un poco este momento complicado, que si bien el teatro está bien y ustedes están estrenando, hay una situación sobre todo con la cultura?
—Vanesa González: La verdad que es un momento bastante delicado, no solo para la cultura, sino para el país en general, para la gente, que está viviendo situaciones muy difíciles a todo nivel, salud, economía, todo. Pero, bueno, si puntualizamos en lo que preguntás, el tema de la cultura, el otro día un poco también en las notas que estamos haciendo, yo decía que me parece que es un poco como el verdadero ave fénix del mundo. Porque, pase lo que pase, siempre resurge y se puede capitalizar con mucho afecto todo el daño que se le hace, que se le intenta hacer. Hay un nivel de no comprensión y de intolerancia hacia este sector que intenta conectar con otras cosas. Pero, bueno, me parece que el teatro está siendo un poco el hogar de muchísimos actores y actrices porque no está habiendo producción audiovisual y el teatro siempre termina siendo ese refugio que siempre se pone en duda y termina siendo ese espacio de encuentro para todo el que quiera acercarse.
—Gastón Cocchiarale: Me parece también que hay algo de la situación cultural que, como bien decís, en el sentido del teatro, puntualmente, está siendo hogar del medio, de refugio también, de encuentro, desde todo punto de vista. Yo ayer tuve función y la calle Corrientes era una locura la cantidad de gente que había. Yo estoy con La gran renuncia en la sala Pablo Neruda, ahí en La Plaza, y antes que yo estaban Mercedes Morán e Imanol Arias. Estaba explotada la sala, no cabía ni un alfiler. Nosotros vendimos 200 entradas, hay como una afluencia de gente. Pero no puedo dejar de decir que me perturba muchísimo la pérdida que hemos tenido a nivel ficción audiovisual, no solo me apena, sino que me preocupa, me ocupa, me perturba. Le puedo poner muchos adjetivos a esta situación porque verdaderamente nos encontramos ante un panorama, te diría, de una delicadeza muy frágil.