Diario Hoy dialogó con Guillermo Bruschtein, de la Asociación Psicoanalítica Argentina, quien analizó los desafíos y las transformaciones de la cultura tras el aislamiento social prolongado.
De acuerdo a los estudios centrados en prisioneros, soldados, astronautas y otras personas que viven en aislamiento durante períodos muy prolongados, la falta de interacción con otros individuos tiene consecuencias negativas en las habilidades de socialización.
Asimismo, las personas que se encuentran separadas de la sociedad, ya sea por elección u obligación, sufren momentos de ansiedad, intolerancia e incomodidad al regresar a la vida en comunidad.
Por eso mismo, tomando como referencia estos análisis psicológicos, algunos especialistas creen que el aislamiento vinculado a la pandemia de coronavirus podría tener efectos similares.
De acuerdo a un trabajo liderado por investigadores del Laboratorio de Dinámica Cerebral de la Universidad de Chicago, en Estados Unidos, la humanidad está perdiendo la facilidad y la agilidad para afrontar situaciones sociales. “Lo primero que hay que entender es que existen razones biológicas para esto”, destacó Stephanie Cacioppo, directora de la institución norteamericana, quien aseguró que no se trata de una “patología o trastorno mental”.
Consultado por diario Hoy, Guillermo Bruschtein, de la Asociación Psicoanalítica Argentina (Apa) y miembro de Asociación de Psiquiatras Argentinos (Apsa), explicó: “Si en algo nos diferenciamos de las demás especies del planeta es en la posibilidad de vincularnos a través de lo que se llama instinto gregario, que tiene que ver con la posibilidad de juntarnos. Es algo que viene de las épocas más primitivas, desde las tribus. A su vez, algo que también nos diferencia es el hecho de comunicarnos a través del habla. Ahí tenemos un recurso que es la capacidad simbólica, algo que todos tenemos incorporado desde el nacimiento”.
En relación a los efectos del confinamiento, el especialista aseguró que eso “no se perdió, aunque se va transformando”. “Lo que hoy vemos es un cambio, en principio, impuesto desde afuera. Es un cambio en el planeta. Estábamos viviendo, como nunca, una experiencia de globalización y de máxima conexión entre los seres humanos a través de las redes sociales. Parece que esto incrementó esa manera de comunicarnos en detrimento y en empobrecimiento del vínculo, de los vínculos presenciales y de la presencia de los cuerpos”, agregó.
En este sentido, cabe destacar las palabras de Stefan Hofmann, profesor de psicología de la Universidad de Boston, quien afirmó que la “interacción diaria con personas en el mundo nos da un sentido de pertenencia y seguridad que proviene de sentir que somos parte de, o tenemos acceso a, una comunidad y red más amplia”. “El aislamiento social corta esa red”, añadió. Por eso, más allá de las limitaciones de la virtualidad, es importante reservar un tiempo diario para conectarse con otras personas.
Por otro lado, Bruschtein cree que la pandemia plantea nuevas adaptaciones y nuevos desafíos, algo que es inherente a los seres humanos. “La evolución nunca fue algo estático”, señala el especialista.
“Es difícil predecir, es más fácil suponer, y lo que podemos suponer es que las cosas nunca son iguales porque las experiencias dejan efectos. Es difícil predecir lo que pueda ocurrir al sufrir cambios de hábitos y transformaciones emocionales, pero lo que sí sabemos es que cuando se inicia un cambio, ese cambio no se detiene”, concluyó el profesional.