Cuando la tristeza puede más que el éxito
Robin Williams fue un actor exitoso, nominado tres veces al Oscar, lo que no impidió que se suicidara a los 63 años.
culturaRobin Williams fue un actor exitoso, nominado tres veces al Oscar, lo que no impidió que se suicidara a los 63 años.
09/08/2025 - 00:00hs
"Suicidio por asfixia”, fue la conclusión a la que se arriba en el informe forense de Tiburón, un pueblito de la costa californiana, donde Robin Williams apareció muerto el 11 de agosto de 2014, en su casa. El actor había ganado un Oscar, en 1997, por la película En busca del destino, dirigido por Gus Van Sant. Había sido nominado para el mismo galardón en otras dos oportunidades, y además había recibido dos premios Emmy, cinco Globo de Oro y una cantidad no menor de Grammy. Padecía de depresión, pero no era por falta de trabajo, al momento del suicidio estaba haciendo televisión.
La televisión fue lo último que hizo y también lo primero. Se hizo famoso haciendo de extraterrestre en una serie cómica de fines de los años setenta, Mork & Mindy. Gesticulaba tan abundantemente como un mimo, y algo de clown tenía ese estilo que cultivó hasta el final. Un mimo que hacía trampa, un mimo que hablaba. En teatro más que obras clásicas hizo stand up, en esa vena de comediante que tanta popularidad le hizo cobrar en el cine.
Entre sus papeles más logrados figura El mundo según Garp adaptación cinematográfica de una novela de John Irving, la vida del hijo de una enfermera que quiere tener un hijo pero no un marido, y que al crecer se dedica a tres aficiones ajenas a los intereses de su madre: el sexo, la lucha libre y, sobre todo, la literatura. A mediados de los ochenta protagonizó Buenos días Vietnam, película que le permitió su primera nominación al Oscar.
En 1989 protagonizó bajo las órdenes de Peter Weir,La sociedad de los poetas muertos, un extraño profesor empático y motivador de una escuela elitista. Disney lo contrató para que pusiera la voz en Aladino, se ganó una nueva nominación al Oscar haciendo Despertares–con Robert De Niro-, e hizo la remake de La jaula de las locas, al año siguiente de participar en Jumanji, un relato infantil con derivaciones escabrosas.
El nuevo milenio lo encuentra haciendo la transición entre el comediante y el actor que se pone en la piel de psicópatas como en Noches blancas, Retratos de una obsesión y La memoria de los muertos. Su salud espiritual flaqueaba. Entraba y salía de centros de rehabilitación. Su relación con la droga llevaba varias décadas, en un matrimonio que lo iba devorando.
Decía que el humor lo hacía sentir poderoso. Recordaba que el gran cómico Lenny Bruce decía que el humor es una forma de decirle a la gente: “ámenme”. Otro gran cómico, Richard Pryor, le dijo que cuando estuvo en la cárcel hacía reír a sus compañeros para que no le pegaran. También decía deberle mucho al psicoanálisis: “Me ayudó a enfrentar todos mis miedos, a deshacerme de las cosas que me estorban y a eliminar las barreras que me separaban de la gente que me importa”.
Rodrigo Fresán, a quien hasta escribir el nombre de este actor le costaba, describió lo que podría llamarse el Síndrome de Williams: “Robin Williams es un hombre repugnante, un pésimo cómico, un actor dramático sin talento alguno y –para colmo de males– alguien que parece convencido de ser un hombre adorable, un cómico graciosísimo y un actor dramático dotado de la sensibilidad más exquisita. Y lo que es peor: R.W. parece haber convencido a varias personas clave de la industria cinematográfica de que esto último es verdad, y contra eso nada pueden hacer millones de personas convencidas de que aquello primero es rigurosamente cierto”.
Al igual que el personaje que encarnó en What Dreams May Come, creía en el más allá: “Tengo la esperanza y la fe de que la haya; de que haya algún lugar o un estado mental, que pudiera ser como un sueño. Cuando le preguntaron si prefería el drama o la comedia, contestó: “Morir es fácil, la comedia es difícil”. No sabemos si le resultó fácil morir, lo que sí se sabe es que los últimos días de Robin Williams no fueron precisamente una comedia.