Cuando los planisferios mienten
El mapa del mundo que nos enseñan en la escuela es tendencioso, arbitrario y persigue un claro objetivo ideológico. Así lo demostraron Arturo Jauretche y Eduardo Galeano.
CULTURAEl mapa del mundo que nos enseñan en la escuela es tendencioso, arbitrario y persigue un claro objetivo ideológico. Así lo demostraron Arturo Jauretche y Eduardo Galeano.
24/01/2022 - 00:00hs
Desde que tenemos uso de razón nos hemos hecho una idea sobre el mundo en base a la clásica representación geográfica de la superficie terrestre, dividida en dos hemisferios, mejor conocida como “mapamundi”. En la época de los grandes navegantes, ninguno había logrado diagramar fielmente la Tierra en un mapa plano, hasta la aparición -hacia finales del siglo XVI- de Gerardus Mercator. Pero nadie se atrevió a discutir una insólita distorsión: la proyección de Mercator era fiel en las formas de los países, pero no en los tamaños. No hay inocencia: es el diseño del mundo que quisieron hacer visible los países poderosos de la tierra.
La línea del Ecuador no atraviesa por la mitad el planeta. Según el mapamundi, el norte ocupa dos tercios y el sur apenas uno. La geografía tradicional, teñida de oscuras ambiciones, nos roba el espacio tanto como la economía imperial nos roba la riqueza.
Groenlandia aparece tan grande como África -que es catorce veces mayor-. Alaska se ve mucho más grande que México, aunque en realidad tiene 200.000 kilómetros cuadrados menos. Por la misma razón que Canadá parece tener un tamaño similar al de Sudamérica, aunque sólo posee la mitad de superficie. Asimismo, la Antártida es uno de los continentes que más grande parece en el mapa de Mercator. No obstante, toda la Antártida podría caber dentro del continente africano; pues ella tiene 14 millones de kilómetros cuadrados, mientras que Africa supera ampliamente los 30. La India parece más chiquita que Escandinavia, cuando en realidad es tres veces más grande.
A pesar de que el mapa de Mercator fue creado con el objeto de establecer las mejores rutas para la navegación de los barcos, nunca se lo ha podido desterrar de la cartografía ni de la cultura formal. Quizás por eso, cuando las preguntas de los niños desconciertan y obligan a los profesores a salirse de sus libretos, las explicaciones sobre cómo el mundo fue proyectado en los mapas se deshacen en el aire.
Perplejidades
Dijo Arturo Jauretche que proponía cambiar la estrella Polar por la Cruz del Sur: “Principiemos por invertir el globo terráqueo colocando el sur arriba porque somos hombres del hemisferio sur, del mismo modo que los hombres del hemisferio norte colocan el polo norte arriba. Esto nos produce la primera perplejidad, tal vez es la fuerza del hábito que nos ha acostumbrado a ver el mundo desde un lejano rincón, y desde abajo. Pero un globo no tiene arriba ni abajo si se lo supone en el espacio sin norte y sur; y no hay ninguna razón para que consideremos nuestra casa en el planeta, el barrio sur del mundo, y no el barrio norte, si esta no es una designación cardinal, sino jerárquica”.