CULTURA
Los agentes del recontraespionaje
En épocas en que sale a la luz la “Gestapo” de Vidal, vale la pena recordar a los espías de Control y Kaos y sus inauditas aventuras en tono de comedia.
De pronto, el zapatófono, una cruza de calzado e instrumento de comunicación, provocaba una vibración en el pie del espía Maxwell Smart, avisándole que tenía una llamada. Se descalzaba, acercaba el zapato a su oído y así se enteraba de su próxima misión. Pero eso tan solo era la punta del iceberg, porque en tiempos en los que era impensada la existencia de un teléfono móvil, la insólita vida del Superagente 86 anticipó un invento que hoy es inseparable de nuestras vidas. Cinco décadas después, la compañía telefónica británica O2 se unió al diseñador Sean Miles para lanzar, en el Reino Unido, una línea de zapatos con teléfono incorporado en la suela. “Arrancará sonrisas y quizás alguna carcajada. Yo mismo lo he estado probando. He llevado los zapatos cuando he salido con amigos y siempre me han servido, al menos, para iniciar una conversación”, dijo. Unos años antes, un científico australiano, becario de la Universidad de Flinders (Adelaida), replicó el zapatófono para aplicaciones médicas, con el objetivo de permitir el control y seguimiento de pacientes a distancia, y alertar a los equipos de urgencias médicas cuando la persona necesite una ambulancia.
En la década del 60, el espionaje se hallaba en pleno auge televisivo. Tanto en Estados Unidos como en Inglaterra aparecerían programas como El agente de Cipol, Los Vengadores, I Spy o Burker´s Law. El público quedaba fascinado por esas historias que lo devoraban todo en pos de una ensoñación confusa, con profusión de agentes secretos y luchas clandestinas. En ese marco, los ejecutivos Dan Melnick y David Susskind, propietarios de la productora norteamericana Talent Associates, se reunieron con Mel Brooks y Buck Henry para trabajar una idea que nacía de ese género detectivesco, pero que tenía espíritu de comedia. El propio Brooks declaró en una entrevista radial: “Hasta ese momento, ninguno de mis colegas había hecho una serie con un idiota como protagonista, así que decidí ser el primero”.
Además del zapatófono, Maxwell Smart- para comunicarse con su Jefe de Control utilizaba el cono del silencio: una imponente estructura de acrílico que permitía que sus conversaciones no fuesen escuchadas por nadie. No obstante, cada vez que intentaban usar el adminículo transparente, Max y su jefe no solo no se escuchaban, sino que también terminaban atrapados en el artefacto. Pero la potencialidad del invento volvió a esconderse a los ojos de los más optimistas: a partir del 2020, devino en una alternativa para los bares y restaurantes del mundo de volver a tener sus salones llenos de clientes, pero sin correr el riesgo de contagiarse de Covid-19.
Hay que mencionar al robot Jaime, interpretado por Dick Gautier, un actor que comenzó su carrera en clubes nocturnos y terminó recibiendo numerosos premios por personificar a Conrad Birdie en la obra de Broadway Bye Bye Bird. Adelantándose décadas a films que se convertirían en clásicos del cine hollywoodense como Terminator, Transformers, RoboCop y Wall- E, Jaime era la revelación inquietante de un robot sensible, que era capaz de llorar y ofenderse. Aunque en estos tiempos se haya naturalizado que una máquina se asemeje a un ser humano y que sea posible interactuar con ellas de manera natural y realista, cuando Get Smart se grabó rozaba la inverosimilitud. Era un robot que había sido concebido para formar parte del mal, pero que traiciona a su bando para ayudar en la agencia de espionaje de Maxwell Smart, porque había sido el único en tratarlo con dignidad.
Aventuras disparatadas
La serie cuenta las andanzas del agente secreto Maxwell Smart, conocido como Agente 86, que tiene una enorme tendencia a la torpeza. Junto a su compañera, la agente 99, cuyo nombre nunca se revela, se verán inmersos en aventuras disparatadas en su eterna lucha contra Kaos. Es una parodia de la KGB
(el servicio de inteligencia soviético), que se presenta como “la organización internacional del mal”. En otras palabras, la guerra fría llevada por el humor hasta el absurdo.
El Superagente 86 se emitió por primera vez en 1965 y tuvo 138 capítulos divididos en cinco temporadas. Fue protagonizada por Don Adams y Barbara Feldon. Él había participado como soldado en la Segunda Guerra Mundial y a su regreso se ganó la vida como cómico de stand up y participando en comerciales televisivos, hasta que un directivo de la cadena NBC fue a ver uno de sus espectáculos y decidió contratarlo para que protagonizara una serie que “daría mucho que hablar”, le aseguró.