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Describieron la dinámica de vida de un reptil que habitó la Patagonia hace 85 millones de años

El estudio revela detalles del crecimiento, maduración y variación intraespecífica e intraesqueletal de un pariente de los cocodrilos.

Un grupo de investigadores del Conicet publicó en las últimas horas un importante estudio para dar cuenta de la dinámica que llevaba adelante la especie Notosuchus terrestris, un reptil que habitó el norte de la Patagonia argentina hace unos 85 millones de años, durante el Cretácico Superior. Pariente de los cocodrilos, esta especie fue descubierta por primera vez en 1896 en la Formación Bajo de la Carpa en la provincia de Neuquén.

El equipo de especialistas indicó que el objetivo fue dar a conocer la dinámica de crecimiento, maduración y variación intraespecífica e intraesqueletal del animal. “Este estudio cuenta con una de las muestras paleohistológicas más amplias sobre el clado Notosuchia. Con el objetivo de inferir aspectos paleobiológicos de Notosuchus, se realizó una caracterización de la microanatomía de diferentes huesos. Entre ellos, se analizó el húmero, la ulna, el radio y el fémur de seis individuos. A partir de cortes delgados realizados, se llegó a la conclusión que Notosuchus terrestris presenta un hueso compacto conformado principalmente por hueso entretejido, lo que evidencia momentos de crecimiento rápido. Además, se identificaron marcas de crecimiento cíclicas que indican períodos de disminución del crecimiento e incluso momentos de detenimiento del mismo”, mencionó Tamara Navarro, becaria doctoral del Conicet y primera autora del estudio.

La propia Navarro además comentó: “Todo esto indica que el proceso de crecimiento de Notosuchus terrestris era diferente a la de otros integrantes del grupo Notosuchia y al de los cocodrilos actuales. En cuanto a la madurez sexual, momento en que los órganos sexuales alcanzan su desarrollo pleno y a la madurez somática, cuando el crecimiento corporal se detiene, se observó que es previa a la maduración completa del esqueleto”.

Asimismo, los expertos remarcaron que todo inició cuando el material llegó al Museo Carlos Ameghino de Cipolletti, en Río Negro, donde a partir de allí se realizó un registro de sus dimensiones, se fotografió y se extrajo una sección transversal de un centímetro de diámetro del centro de la diáfisis del hueso para luego realizar una réplica del mismo. “Una vez que el material volvió a recuperar su aspecto y sus medidas originales, procedí a realizar la preparación de los cortes delgados. Para ello, se coloca el hueso en un molde y se lo rellena con una resina acrílica formando una pastilla para evitar que el material se dañe con los procesos de pulido posteriores. Luego esa pastilla es montada en un portaobjetos para continuar con el pulido hasta que quede delgado y puedan observarse las características microestructurales del hueso. A partir de este proceso se procede a su descripción y posteriores conclusiones biológicas”, sumó la líder del proyecto.

De cara al futuro, el equipo indicó que sería de utilidad proceder a estudiar la histología dental y el anclaje dental de Notosuchia ya que a partir de ellos se puede inferir cuestiones alimentarias, tasas de recambio dental y otras cuestiones escasamente exploradas hasta la fecha.

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