Por la pandemia, muchas familias optaron por pasar unos días de descanso lejos de las ciudades y
de la Costa Atlántica. Las consultas
y los alquileres aumentaron
en relación a temporadas anteriores.
Lejos de las grandes ciudades, del aglomeramiento y de mayores posibilidades de contagiarse. Esta vez, mucha más gente se inclinó por estancias y hosterías de diferentes pueblos de Buenos Aires, donde la tranquilidad y el silencio son protagonistas.
“Desde junio, en plena pandemia, la gente ya reservaba”, le contó a diario Hoy Julieta, dueña de una hostería rural en las afueras de San Vicente. La mujer, que hasta mediados de marzo tiene todo reservado, explicó que las familias buscan evitar las largas filas y las concentraciones de personas, como ocurre en las playas.
En comunicación con este multimedio, Beatriz, propietaria de una posada de siete habitaciones en la localidad de Uribelarrea, en el partido de Cañuelas, expresó que hasta el 15 de febrero no posee disponibilidad.
“El que busca por un fin de semana ya no tiene lugar”, admitió, y remarcó que por cuestiones de protocolos sanitarios decidió alquilar por siete días y unir las habitaciones para ofrecerlas a familias completas. Consultada por cómo viene la temporada en el pueblo, aseguró que, de las aproximadamente 250 plazas con las que cuentan, ya está casi todo ocupado.
“Hay más demanda que años anteriores”, sostuvo la encargada de siete cabañas en San Antonio de Areco, a 115 kilómetros de Buenos Aires. Ahí, que alquilan por quincena, tienen todo reservado hasta el 15 de febrero.
Pileta, animales y tradicionales comidas de campo se entremezclan con la paz y el aire puro del interior de la Provincia, que cada vez es más visitado y más valorado por quienes deciden alejarse del bullicio cansador de las grandes ciudades.