E-Basura: cuidado ambiental, inclusión digital y conciencia social

Diario Hoy dialogó con Viviana Ambrosi, directora del programa de reciclado de residuos informáticos de la UNLP. Hace más de diez años restauran y reacondicionan equipos que donan a decenas de instituciones.

Te conviene comprar otro, ya no sirve”. Esa frase, muy escuchada y repetida en muchas situaciones, no es para nada cierta. Quizás tenés un CPU, un teclado o un monitor en algún rincón de tu hogar que ya no funciona y que pensás tirarlo en cuestión de tiempo. Pero ojo, porque podés ayudar a otras personas.

E-Basura es un programa de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) formado por un grupo de docentes, alumnos y graduados preocupados por los problemas sociales y ambientales. 

Así se presenta este equipo, que comenzó en 2008 y cuyo principal objetivo es proteger el medioambiente mediante la reutilización y revalorización de aparatos eléctricos y electrónicos, que luego de un proceso de trabajo donan a diversas instituciones del país.

“La idea de poder recuperar dispositivos electrónicos se formó en el año 2008. Como profesional y docente de la rama de la Informática, estaba muy acostumbrada a ver el uso y el desuso de la tecnología sin un fin solidario y ambiental”, le contó a diario Hoy Viviana Ambrosi, directora de este proyecto que surgió para brindar un servicio a toda la comunidad.

Ambrosi sostiene que esta iniciativa que se mantiene con el correr de los años está arraigada en una historia personal, que seguramente se repite en miles y miles de familias y tiene que ver con esa vivencia que muchos traemos por parte de los abuelos de que todo se reutilizaba, que las cosas se descartaban cuando realmente llegaban a su fin.

“Fui hilando la disciplina, el cuidado del ambiente, el reciclaje y el componente social. Empecé a ver desde hace muchos años la ­desigualdad generada por la falta de acceso a la tecnología, hoy con la Covid-19 está más presente. Con esto pasé a dar cuerpo a una propuesta que no es la que es hoy en día, porque fue creciendo casi sola, se fue modificando y perfeccionando”, detalló.

Etapas

Durante estos seis meses que van de cuarentena, el grupo pasó por diversas etapas. Al principio, como todos, cumplió el aislamiento y permaneció en sus casas. Después, a medida que se levantaron algunas restricciones y la actividad que desarrollan fue autorizada, se organizaron para volver a trabajar. 

“Se fueron comprando todos los elementos de higiene y de protección personal, y a partir de ahí se empezó a retomar el trabajo con personal reducido”, manifestó Ambrosi.

Campañas

La profesional hizo hincapié en comenzar a hacer más campañas para que el proyecto siga creciendo. “Tenemos muchas ganas de ayudar, pero a veces nos faltan recursos”, recalcó.

“Para las últimas donaciones nos faltaban cosas simples, como teclados o mouses para terminar de completar equipos, y eso lo tu­vimos que salir a comprar. En la misma línea se encuentran los desafíos para lo que viene, que es poder recibir más equipamiento tecnológico de las empresas que quieran ayudar. Para eso es necesario establecer vínculos de responsabilidad social empresarial”, concluyó.

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