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CoronavirusEn diálogo con diario Hoy, Guillermo Docena, miembro de la Asociación Argentina de Alergia e Inmunología Clínica, destacó la importancia de que el país participe en los distintos proyectos de vacuna y apuntó a la conciencia social para evitar una segunda ola.
09/11/2020 - 00:00hs
Desde la aparición del primer caso de Covid-19 en China, la comunidad científica del mundo puso el foco en la elaboración de una vacuna eficaz que pudiera contener la pandemia de coronavirus.
Si bien algunos países apuntaron a la inmunidad de rebaño como principal estrategia, Argentina decidió restringir la circulación y centró toda su estrategia en el desarrollo de una fórmula que pusiera fin a la pandemia.
A partir de esta premisa, el país abrió sus puertas a los principales proyectos vacunales para poder acelerar la llegada de las dosis necesarias, en caso de que alguna de estas vacunas fuera aprobada.
De esta manera, Argentina mantiene negociaciones con cinco de los diez proyectos candidatos que se encuentran en la última etapa de estudios clínicos: AstraZeneca, Pfizer, Sinopharm, Janssen y el Instituto de Investigación Gamaleya (Rusia).
Frente a este panorama, diario Hoy dialogó con Guillermo Docena, inmunólogo platense y miembro de la Junta Ejecutiva de la Asociación Argentina de Alergia e Inmunología Clínica (AAAeIC).
—¿Por qué no se puede apuntar a la inmunidad de rebaño con este coronavirus?
—Al comienzo, varios países apostaron por esta protección natural que deja la infección, pero eso no ocurre en este caso. Porque, si bien quedan anticuerpos, duran muy poco tiempo. Ellos apostaban a la inmunidad de rebaño pensando que la Covid-19 se iba a comportar como otros virus, pero es un virus distinto. Por eso es que hay tantas reinfecciones, por eso algunos están entrando en la tercera ola y por eso la única salida que hay es la vacuna.
—¿Qué tan importante es que Argentina participe de los ensayos de las distintas vacunas?
—Es fundamental, porque ahí se define qué país va a tener la vacuna rápido y cuál va a tener que esperar. Por ejemplo, una vacuna que se produce en China va a llegar después que vacunen a los 1.400 millones de chinos, porque no van a priorizar a un país externo antes que a su propia población.
—Por lo general, el desarrollo de vacunas lleva muchísimo más tiempo. ¿Se puede elaborar un producto eficaz en tan poco tiempo?
—Eso no lo sabe absolutamente nadie, ni siquiera los que están fabricando la vacuna. En Fase 1 se prueba seguridad y reacciones adversas; pero, lógicamente, por cuestiones de tiempo, estas reacciones adversas se están probando a tiempos cortos, meses. En Fase 2 se prueba la inmunogenicidad, es decir, si activa o no el sistema inmune. Lo que queda saber es si esa activación del sistema inmune protege de la infección, y eso es lo que se está haciendo ahora.
Hay muchas dudas en la población, pero hay que aclarar que ninguna vacuna se va a usar, comprar o aplicar si no está aprobada.
—¿Toma valor el comportamiento de la población en este marco de incertidumbre?
—En una pandemia, el rol de la población es tan o más importante que el de las autoridades sanitarias. Es necesario que haya medidas políticas de salud nacionales que se definan de manera coordinada, pero después es fundamental que la gente lo respete. Es el caso de Suecia, que, si bien tuvo muchos muertos, no hicieron cuarentena y pudieron frenarlo. En Estados Unidos no pasó lo mismo, acá no pasó lo mismo; entonces es importante que la gente sea responsable y consciente. Creo que en Argentina eso está ocurriendo ahora, y es la única manera de explicar por qué están bajando los casos.
—¿Podemos esperar una segunda ola de casos en el país?
—Va a depender de nosotros. Le tengo bastante desconfianza al verano y al buen clima, porque la gente va a salir más, va a interactuar más. Acá en La Plata se ve gente en espacios verdes sin barbijo, y eso es un peligro. Cuánto y cómo dure la pandemia depende exclusivamente de nosotros, porque no hay tratamiento, no hay vacuna y por ende, no hay prevención.