Mañana se cumplirá un nuevo aniversario de su surgimiento. Costumbres e historias de vecinos: desde un abogado que dejó la profesión para atender el puesto hasta una familia de tres generaciones.
La Feria Franca de La Plata cumplirá mañana 127 años de vida en la ciudad, siendo una de las tradiciones vigentes para miles de platenses que durante la semana suelen salir a hacer los mandados al aire libre por algunos de los espacios verdes de la región.
En sus orígenes, allá por el 24 de agosto de 1893, los feriantes llegaban a la zona oeste del casco urbano con grandes carruajes tirados por caballos y ofrecían los productos que eran cosechados en las zonas agrarias de La Plata, como Romero, Abasto o lo que hoy se conoce como el barrio Las Quintas.
Luego, con el paso del tiempo, fueron ganando terreno en la zona del Parque Saavedra y desde hace más de cuarenta años se instalaron los jueves y domingos en la tradicional rambla de la avenida 38 desde calle 8 hasta 11.
Con unos 72 puestos habilitados en la actualidad, suele mutar también por la rambla de 51, de 38 y 119 y hasta funciona algunos días de la semana sobre diagonal 73 cerca del barrio El Mondongo, o en Tolosa.
Los vendedores son personas que trabajaron toda la vida en el rubro y, en su mayoría, heredaron el puesto de sus padres.
Antonio Gómez, por ejemplo, es un vecino de Los Hornos que estudió Ingeniería y se recibió de abogado. Sin embargo, heredó la tradición de su papá, un feriante que se fue a vivir en el año 1953 a 60 y 137, y vende frutas y verduras en la feria.
“Acá se hacen amigos, y nos conocemos todos. En el año 1968 se compró una casa sobre la zona de 70 y 17 que usamos como centro para celebrar todos los años el aniversario de la Feria. En ese año todos los puesteros pusieron un poco de plata y se compró la propiedad, que es un poco la casa de todos nosotros”, comentó el letrado que cambió Tribunales por el mostrador.
María vende plantas hace más de 53 años en distintos puestos de la ciudad
“Hace más de 53 años que tengo el puesto y ya me jubilé. Pero en realidad no me saca nadie de acá”, contó la mujer que tiene amigos en todos los barrios de la ciudad, que suelen ir a comprarle las plantitas para decorar los hogares. “Tengo personas grandes que hoy miden casi dos metros y que sus papás los traían en brazos cuando eran bebés”, le dijo a Hoy.
Actualmente su puesto lo atiende también su hijo Javier Toto, quien ha sido elegido presidente de la Asociación de Verduleros y Feriantes de La Plata y, junto a tantos otros como Pachi, el pollero de 11 y 38, pertenecen a una nueva generación de vendedores que mañana tendrán más de un motivo para festejar los 127 años de esta tradición.