Francisco condenó la violencia del mundo durante el Vía Crucis

En su mensaje, el Sumo Pontífice condenó las guerras y lamentó la miseria. La ceremonia tuvo distintas expresiones en todo el mundo

Anoche, en medio del mensaje del quinto Vía Crucis de su Pontificado, el Papa Francisco expresó su preocupación por la realidad actual del planeta. “Son una vergüenza”, dijo el líder católico, refiriéndose a “las imágenes de devastación, destrucción y naufragio que se convirtieron en ordinarias” en el teatro del mundo. La advertencia del Sumo Pontífice ocurrió un día después que el gobierno de los Estados Unidos lanzara en Afganistán la llamada “madre de todas las bombas” (ver página 9). 

Francisco llegó al Coliseo ro­mano, el lugar donde se llevó a cabo la ceremonia bíblica, unos minutos antes de las 21 (16 horas en la Argentina) en medio de un celoso dispositivo de seguridad. Entre las medidas “extraordinarias” dispuestas por el Ministerio del Interior se contaron el cierre de estaciones de subte cercanas, la vigilancia aérea, la multiplicación de los camiones del Ejército, detectores de metales en un primer anillo, perros antiexplosivos y diques de cemento atravesados en las avenidas para evitar ataques con camiones contra las multitudes.

“La hora ha llegado. El caminar de Jesús por los caminos polvorientos de Galilea y Judea al encuentro de los que sufren en su cuerpo y en su corazón, empujado por la urgencia de anunciar el Reino. Ese caminar suyo termina hoy, aquí, en la colina del Gólgota”, fueron las primeras palabras de Francisco. 

Las meditaciones fueron preparadas por la biblista francesa Anne-Marie Pelletier, primera mujer en hacerlo en el pontificado de Jorge Bergoglio, y cuarta en la historia.

A lo largo de las catorce estaciones, el Sumo Pontífice recaló en el aspecto espiritual, aunque también deslizó referencias a las preocupaciones tangibles de su tiempo: el dolor en el mundo, la niñez humillada, la miseria, el hambre y las guerras, y sus consecuencias humanitarias.

El Vía Crucis no es una exclusividad de Roma, sino una de las prácticas de oración más extendidas entre la feligresía de todos los países del mundo cristiano. Las catorce imágenes de la Pasión, llamadas Estaciones, simbolizan momentos vividos por Jesús desde su detención hasta su crucifixión y sepultura.

De acuerdo con el lugar, este rito religioso adopta sus propias singularidades. En la isla de Corfú, en Grecia, los habitantes del casco antiguo de la ciudad lanzan grandes jarrones de cerámica desde los balcones. En Suecia, los niños salen disfrazados de hechiceros, como en Halloween, para pedir dulces; y en Hellín, un pueblito de España, la Tamborada concentra más de 20.000 tamborileros que recorren las calles de la ciudad vestidos de negro durante el Miércoles Santo.

En la Argentina, la versión más atractiva se da en Puerto Madryn. Allí se llevó a cabo el único Vía Crucis submarino: 30 buzos del balneario chubutense recorrieron tres de las estaciones debajo del agua.