Un equipo de científicos encontró las huellas del megatsunami de hasta un kilómetro y medio de altura que chocó contra América del Norte luego del impacto del meteorito.
En el centro de Luisiana, al sur de los Estados Unidos, un equipo de científicos descubrió pruebas del gran maremoto que tuvo lugar después del asteroide que mató a los dinosaurios. El violentísimo choque del meteorito, de unos 12 km de diámetro, liberó una energía equivalente a la explosión de 10.000 veces todo el arsenal atómico del mundo hoy. Como resultado, el megatsunami que chocó contra América del Norte habría alcanzado inicialmente hasta un kilómetro de altura y luego fue seguido por oleadas más pequeñas de unos dieciséis metros. Las pruebas de este desastre, que tuvo lugar hace unos 66 millones de años en el Golfo de México, son una serie de “megaondas” fosilizadas en sedimentos.
Bajo la dirección del geofísico Gary Kinsland, los investigadores de la Universidad de Luisiana estudiaron imágenes sísmicas proporcionadas por la compañía Devon Energy. Estas técnicas, empleadas normalmente para buscar petróleo o gas, envían ondas sísmicas a la tierra y escuchan los reflejos de las capas de sedimentos y rocas que hay debajo. Cuando Kinsland y sus colegas analizaron una capa a unos 1.500 metros bajo tierra relacionada con el momento del impacto, hallaron las ondas fosilizadas, que estaban espaciadas hasta 1 kilómetro de distancia y tenían un promedio de 16 metros de altura.
De acuerdo con el estudio, publicado en la revista científica Earth & Planetary Science Letters, estas ondas son la huella de las olas del tsunami cuando se acercaban a la costa en aguas de unos 60 metros de profundidad, perturbando los sedimentos del lecho marino. Cuando trazó una línea perpendicular, Kinsland descubrió que conducía de manera directa a Chicxulub: el cráter de 200 metros de ancho en la provincia mexicana de Yucatán que dejó el célebre asteroide.