Javier Krahe, uno de los amigos que eligió Sabina para Un último vals

Joaquín Sabina, a sus 75 años, está ubicado solo en la barra de un bar en lo que bien podría significar un instante en el paraíso. El cantautor español presentó un nuevo video en el que mientas él canta, toma un whisky y fuma, aparecen muchos de sus amigos y familiares que observan y escuchan Un último vals, título de su último y reciente corte. De la soledad todo se transforma a una celebración colectiva.

El clip es dirigido por Fernando León de Aranoa y es, según afirma el propio Sabina, “un homenaje a todas y cada una de las personas que forman y han formado parte de mi vida”. Allí aparecen famosos cantantes como Andrés Calamaro y Joan Manuel Serrat, como así también el actor Ricardo Darín, su actual pareja y sus dos hijas, entre otros.

Pero al final del video, surge también la figura de un hombre joven que sorprende a Sabina. Se trata del famoso cantautor madrileño Javier Krahe, que falleció en 2015 y que fue uno de los grandes maestros para la carrera del autor de 19 días y 500 noches.

“Es un lujo que España no se merece”, dijo alguna vez Sabina sobre el difunto letrista. Krahe fue junto a Luis Eduardo Aute, Joaquín Sabina y otros cantautores uno de los exponentes de la llamada canción urbana madrileña de los ochenta.

Con letras punzantes sobre el amor, la política y la religión, pasó más de 35 años sobre los escenarios, con más de 1.500 conciertos, catorce discos editados y 150 canciones compuestas. Fue una de las figuras de la La Mandrágora (1981), disco que grabó en vivo en el sótano del bar del mismo nombre con Sabina y Alberto Páez.

Krahe, en el video, le devuelve la mirada a Sabina, que luego de reconocerlo se ríe. Después de ese homenaje a la amistad, el videoclip llega a su fin.

La última obra de Sabina puede interpretarse como un brindis final con el público que lo sigue desde hace décadas. Sin embargo, todos esperamos seguir brindando nuevamente. Todavía falta una nueva gira que está planificada para febrero de 2025. Para ese paraíso que nos presenta Sabina, ojalá falten muchos años.