Leopoldo Marechal y el gran amor de su vida
Se llamaba Elvia Rosbaco y fue su gran compañera de aventuras. El escritor argentino le dedicó numerosos poemas y ensayos.
CulturaDiario Hoy dialogó con el fundador y titular de la ONG Cuerpo y Alma, que trabaja para garantizar el acceso a la salud de las comunidades más postergadas del norte del país,
12/04/2021 - 00:00hs
El doctor Jorge De All, junto con los profesionales que lo acompañan en la ONG Cuerpo y Alma, realiza una inmensa tarea médica y social, llevando el derecho del acceso a la salud a las personas más desamparadas del norte del país. Diario Hoy dialogó con el especialista, quien reflexionó sobre la realidad del sistema de salud argentino y los desafíos que vienen.
—¿Cuál fue el mayor desafío en esta pandemia?
—Hay bastantes más restricciones para realizar los estudios, como el acceso a los hisopados, y tampoco hay centros de atención para los pacientes más complicados. La pandemia nos limitó en los viajes masivos, aun así pudimos seguir trabajando con el equipo local. Lo que hizo esto es poner en evidencia el retraso que tenemos en cuanto a la atención de salud para enfermedades crónicas, además de que durante muchos meses (los pacientes) quedaron sin recibir atención médica, teniendo en cuenta que siempre es prácticamente nula la atención por especialistas. Es uno de los problemas estructurales más grandes que tenemos, porque hay médicos con escaso nivel de preparación.
—¿Cree que se pueden comenzar a resolver estos problemas luego de la pandemia?
—Sí, estoy convencido. No tiene que ver con inversiones millonarias, sino que el enfoque debe apuntar a llevar salud al terreno donde es dificultoso el acceso, pero esto ni siquiera está resuelto en las grandes ciudades. Necesitamos una distribución diferente de los médicos en el país.
—¿Cómo se desarrolla el trabajo de la ONG?
—Trabajamos con todos los actores del sector público y tratamos de articular al máximo con otras organizaciones sociales. Hay una barrera cultural, pero ésa la pudimos atravesar: tiene que ver con realizar un trabajo concreto sin pedir nada a cambio. El boca a boca se genera muy rápido cuando la gente tiene soluciones a sus problemas. Cada semana de trabajo se opera a cerca de 300 personas y se atiende a unos 7.000 pacientes.
—¿Cree que es posible cambiar el enfoque social en los futuros profesionales?
—En Argentina, el título de médico es habilitante. Pensamos que eso debería cambiar y que, para ejercer la medicina, se tendría que hacer una residencia completa en alguna especialidad. También hay que modificar la distribución de los médicos, porque hablamos del norte argentino pero en el Conurbano pasa algo parecido. También hay que pensar qué enfoque se le va a dar a la medicina. Muchos años llevamos estudiantes al terreno y fue una buena experiencia, porque después se incorporaron al grupo como especialistas y hoy son protagonistas, que lo hacen con un enfoque muy humano, sin dejar de lado lo técnico.
—¿Cuál es el próximo gran desafío?
—Este año pasamos a una atención con menos médicos, con una continuidad social y trabajamos con otras ONG. Tuvimos que cambiar la modalidad, pero fue la única forma de seguir trabajando. Para el futuro, la idea es sumar las dos modalidades en simultáneo y el objetivo final es que no seamos necesarios; estamos poniendo el cuerpo y el alma para cambiar eso.