Juan Falú, un militante de la belleza

Juan Falú nació en Tucumán hace 74 años, a los 27 se radicó en Buenos Aires y, un año después, cuando los horribles establecieron su Dictadura en 1976, debió exiliarse por su militancia en el peronismo de base, con lazos con trabajadores azucareros y ferroviarios y una fuerte identificación con la CGT de los Argentinos. Su destierro fue en Brasil. Estaba casado y con un hijo de un año. Fueron ocho años en San Pablo: “Yo me fui en octubre del 76, hasta el 84. Un mes antes de irme, había sido secuestrado mi hermano Lucho. Nos exiliamos tres hermanos, mis dos hermanas, Ana María, Liliana, y yo. Liliana y yo nos quedamos en San Pablo, Brasil, y Ana María pidió asilo a Holanda y se fue allá”.

Pese al casi medio siglo que transcurrió desde que dejó su tierra natal, no ha perdido ese tiempo provinciano para hablar, para pensar detenidamente antes de opinar y para tocar con morosidad de enamorado esa guitarra de la que ya es inseparable. Tampoco ha perdido la memoria sobre quienes ejercieron con él un magisterio que lo sigue guiando, como es el caso de su tío, Eduardo Falú.

La guitarra es, para Juan Falú, su centro de gravedad, su verdadero documento de identidad, su manera de estar en el mundo. Cuando tenía seis años su padre le enseñó los primeros rudimentos musicales, desde entonces su relación con el instrumento ha ido volviéndose cada vez más entrañable hasta constituir una identidad indivisible. Para saber quién es, no es necesario hacerle preguntas, alcanza con escucharlo tocar. Así ha sido desde que en 1963 subió por primera vez a un escenario. Su música cuenta su historia, de dónde viene y cuáles son sus sueños. De la mano de la guitarra recorrió todos los continentes, sin abjurar nunca de su vocación docente que lo llevó a crear la primera Carrera Superior de Folklore y Tango y la Licenciatura en Música Argentina en la Universidad Nacional de San Martín.

Desde hace casi tres décadas es el director artístico de “Guitarras del mundo”, un festival internacional al que ni siquiera la pandemia consiguió detener –se hizo una edición virtual– y en la que se da un lugar importante a los guitarristas jóvenes que buscan horizontes nuevos para el instrumento. Alguna vez, Falú señaló entre los rasgos distintivos de esta celebración de la guitarra, en la que se dan cita una gran diversidad de estilos y generaciones y del que ya han participado más de mil guitarristas: “La territorialidad que se puede traducir como federalismo en nuestro país. No debe haber muchos festivales en el mundo que sucedan simultáneamente en todo el territorio nacional del país que lo organiza. Eso para nosotros es todo un sello y un orgullo también. La otra marca que yo consideraría también es el modelo de cogestión Estado-sindicato, al que se vienen sumando medios públicos como la televisión y la radio. Me parece que eso tiene que ser considerado y de alguna manera reproducido. Es una fórmula interesante para pensarla en función de las políticas culturales”.

Es un referente de la música popular, título que ha revalidado a lo largo de los años, ensanchando las posibilidades musicales de su instrumento y manteniendo una ética que es un capital del que no muchos disponen en tiempos líquidos y descomprometidos.

Una militancia ética y estética, ejercida sin aspavientos ni grandilocuencia, con la conciencia atenta y una sensibilidad por lo popular nacida desde muy adentro y que trasciende los reductores esquemas tradicionalistas.

Juan Falú es un artista que ha dado a la guitarra su propia identidad, como lo probó, una vez más, en la última edición del Festival de Cosquín, en el que compartió una actuación con Jairo y Horacio Lavandera, y el próximo viernes, los platenses tendremos la oportunidad de confirmarlo en el espectáculo que Juan Falú hará con la cantante y música de nuestra ciudad, Lara Fichera –acompañada por Andrés Martinez y Pablo Bianchetto–, quienes se juntarán por primera vez en un escenario, en el Teatro Metro el viernes 17 de marzo a las 21.