Colette fue vista en su momento como un emblema del libertinaje, enemiga acérrima de lo correcto. Sus libros siguen leyéndose con asombro.
Oriunda de Borgoña, cuyo acento peculiar conservó siempre, Sidonie Gabrielle Colette nació el 28 de enero de 1873, pasó la juventud en un burgo al que denominó Montigny en sus noveles y era en realidad Saint Saveur en Puiyase. Allí sintió profundamente los encantos del campo y se aficionó a los animales bajo la afectuosa autoridad de sus progenitores. Su padre era mutilado de guerra; su madre, una mujer moderna que tenía hijos de un matrimonio anterior.
En 1893, se casó en París con el célebre crítico musical “Willy”( Henry Gauthier-Villars), quien descubrió y perfeccionó su talento literario. Asimismo, fue artista de music hall como mimo en diversas giras provincianas, recorriendo los cabarés de Francia como fauno en taparrabos, gigoló, gitana o gato. Hacia el final de su vida, el gobierno francés la condecoró con la Legión de Honor y fue la primera mujer admitida como miembro por la Academia Goncourt, que acabaría presidiendo.
Al principio Gabrielle permanecía en casa mientras Willy salía por las noches a captar a sus oyentes con sus ocurrentes juegos de palabras, y subirse a las mesas con su puro y su chistera para atraer los focos. Gabrielle le contestaba la correspondencia, lo acompañaba a los salones literarios de las damas de París, donde a veces coincidían con Marcel Proust. Ejercía de esposa y adquiría mundo. Sin embargo, Gabrielle fue transformándose hasta el día que Willy le reconoció: “Deberías escribir tus recuerdos de la escuela primaria. Cuenta detalles picantes. Estamos escasos de fondos”.
Entonces, Sidonie Gabrielle decidió escribir Claudine en la escuela, protagonizada por una adolescente rebelde. Willy espolvoreó sobre el texto de su mujer algunas notas que lo hacen más provocador y erótico. Y puso su firma. Inmediatamente fue un éxito: miles de jóvenes lectores forzaban los cajones donde sus padres esconden la obra bajo llave. Algunos incluso se vestían de colegialas por la calle. Willy pedía con insistencia a su mujer -que ya había adoptado como nombre su apellido, Colette- que escribiera más. “Rápido, pequeña, no nos queda un céntimo en casa”, la apremia. Llega incluso a encerrarla cuando Colette no quiere escribir más. Pero lo hace. Se publican Claudine en París, Claudine casada, Claudine se va.
Además de novelista, fue cronista, guionista, libretista de teatro y artista de music hall. Si bien la saga de Claudina fue bestseller, primero bajo el nombre de su marido, y luego de una batalla judicial por los derechos, con el suyo propio, recién se hizo famosa en el resto del mundo occidental por su novela Gigi, de 1944, llevada al cine por Vincent Minnelli en 1958 y protagonizada por Leslie Caron. Señala, a propósito de sus novelas, Judith Thurman: “En su obra, los hombres son débiles o muy jóvenes o despreciables, excepto para el placer”.
Su segundo marido fue un periodista: Henry de Jouvenel, jefe de redacción de Le Matin. Se casaron en 1911 y tuvieron una hija, Bel-Gazou. Allí comenzó su carrera de periodista, con notas y reportajes, hasta un escandaloso divorcio en 1923, luego de convertirse en la amante del hijo de su marido, un adolescente de 17 años (ella tenía 40), Bertrand de Jouvenel, a quien inició en los secretos de la escritura de ficción.
La película Colette: Liberación y deseo, protagonizada por Keira Knigthley y dirigida por el cineasta inglés Wash Westmoreland está basada en la vida real de Colette, desde su juventud, cuando vivía con su familia en un ambiente rural, y rutinario, y conoce a Willy. La trama se centra en su rebelión ante la falta de reconocimiento por su trabajo y cómo su matrimonio se va desmoronando, entre infidelidades de Willy y el interés de Colette por las mujeres, especialmente por la Marquesa de Belbeuf “Missy” (Denise Gough), una aristócrata desafiante de género que la impulsa a reclamar su propia voz artística.
Fue integrante de la Academia Goncourt desde 1945 -presidiéndola entre 1949 y hasta el año de su muerte, 1954-, fue condecorada por la Legión de Honor. Compuso algunas piezas con Maurice Ravel. Su último marido fue Maurice Goudeket, que durante tres años estuvo prisionero en un campo de concentración nazi.