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La historia de un gran maestro

Ettore Scola radiografió con inspiración y lucidez las contradicciones de una sociedad que fue acotando cada vez más su voluntad de soñar.

Películas como “Feos, sucios y malos”, “Un día partículas”, “La familia” y “Nos habíamos amado”, colocaron a Ettore Scola en el primer nivel dentro de la muy exigente camada de grandes directores del cine italiano surgidos después de la Segunda Guerra Mundial.

Se lo suele asociar a la comedia, pero su producción es de una variedad sorprendente. Como Federico Fellini, Ettore Scola se convirtió en un símbolo de Roma, pese a no haber nacido en la capital italiana. La relación entre ambos creadores era fluida y entrañable. Scola le dedicó a Fellini un film titulado “Qué extraño llamarse Federico”, con relato en off del propio director haciendo una biografía ficcional de su admirado colega. Los dos habían comenzado juntos a hacer periodismo gráfico en la revista de humor satírico Marc’Aurelio.

Ettore Scola nació en Trevico –en el sur de Italia-, el 10 de mayo de 1931. Estudió Derecho en la Universidad de Roma, pero las leyes no hicieron sino reafirmarlo en su vocación de dedicarse al cine. Su primer largometraje –“Hablemos de mujeres”- fue estrenado en 1964. Antes había sido guionista de películas con gran repercusión internacional como “Los monstruos”, “Un americano en Roma” o “Il sorpasso”.

Sus primeras películas, bajo el ropaje humorístico de la commedia all’italiana, lo muestran como un observador tenaz y desprejuiciado de los lastres cargados por una tradición social fraguada por la hipocresía. Se apropió del legado neorrealista, introducido magníficamente por Vittorio De Sica y sus “Ladrones de bicicleta” y Roberto Rossellini con “Roma, ciudad abierta”, y lo mixtura con el vanguardismo de Pier Paolo Pasolini, forjando una estética propia cuya expresión más acabada quizá sea “Feos, sucios y malos”, película que le valió en 1976 el premio a Mejor Director en Cannes.

Una de sus películas más celebradas es “Nos habíamos amado tanto”, estrenada en 1974, y con las actuaciones de Vitttorio Gassman, Nino Manfredi y Stefania Sandrelli, en la que la imagen en color se alterna con el blanco y negro, para dar cuenta de los cambios operados en Italia en el período historio que va desde la caída del fascismo hasta los albores de la década del setenta, a partir de la historia de tres militantes antifascistas, en un viaje melancólico desde el idealismo al desencanto. Tres años después, estrenaría “Un día muy especial”, con la imbatible dupla de Marcello Mastroianni y Sofía Loren, para contar una historia enmarcada en la visita de Hitler a Roma en mayo de 1938, que tuvo un enorme éxito internacional, incluyendo un Globo de Oro, un David di Donatello y dos nominaciones al Oscar.

Estaba casado con Gigliola Scola - también directora y guionista-, tuvieron dos hijas, Paola y Silvia, y en noviembre de 214, los cuatro presentaron en la Fiesta de Roma, el documental “ Riendo y bromeando”, en el que Ettore Scola pasaba revista a su vida. Allí dice: "el cine es un trabajo duro pero, riendo y bromeando, se puede enviar algún mensajito, alguna postal con las observaciones sobre el mundo de uno. El cine es como un foco que ilumina las cosas de la vida". Dos meses después, murió en Roma, a los 84 años, luego de una operación cardiovascular.

Luis Puenzo escribió con Ettore Scola el guión de una película sobre el Che Guevara –que sería protagonizada por Leonardo Sbaraglia-, que nunca se filmó. El director de cine argentino lo recuerda así: “Lo conocí la misma noche que llegué. Cenamos en la calle. Era pleno verano y Roma estaba espléndida. Pero a la mañana siguiente, cuando llegué a su casa, temprano, nervioso, Ettore me hizo notar que el calor era insoportable y me preguntó cortésmente si no me gustaría ir a trabajar a la montaña. Tenían todo listo. Le avisó a su mujer que yo aceptaba y en instantes abandonamos la ciudad. Manejaba Gigliola. Las calles eran estrechas, Ettore corpulento y el auto muy pequeño. Discutían y se reían en un italiano vertiginoso. Yo no entendía nada, pero también estaba contento”.

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