El Gobierno presentó el protocolo de actuación para la investigación científica
Fue en el marco de una reunión con el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, y la titular del CONICET, Ana Franchi,
Con el objetivo de investigar algunos fenómenos extraños que suceden en la atmósfera sobre el Polo Norte, donde por ejemplo las señales de radio se comportan distinto, la Agencia envió un cohete Oriole IV al espacio.
06/12/2021 - 00:00hs
La NASA decidió enviar al espacio un nuevo cohete Oriole IV el último 1° de diciembre para investigar una zona misteriosa del Polo Norte. La misión partió desde la base de Andoya en Noruega y el objetivo, según se comunicó, es estudiar ciertos fenómenos que se producen allí que aún no tienen una explicación del todo clara.
“El detonante de todas estas cuestiones radica en que ahí, cuando el Sol se encuentra en su punto más alto, se abre una brecha en forma de embudo en el campo magnético terrestre. A través de esa brecha, llamada cúspide polar, por ejemplo la radiación penetra en línea recta hasta la atmósfera. También, cuando las señales de radio y GPS viajan por este espacio, se comportan de manera peculiar. Además, en los últimos 20 años los científicos notaron que cuando las naves espaciales pasan por esta región su velocidad disminuye. Aproximadamente a 400 kilómetros sobre la Tierra las naves espaciales parecen más pesadas, como si hubieran llegado a su tope de velocidad”, remarcó uno de los integrantes de la misión, Mark Conde.
La misión CREX-2 se retrasó dos años, ya que debía partir en 2019. En aquel entonces se decidió postergarla, a pesar de estar todo óptimo desde lo tecnológico, ya que había poca actividad solar y por ende las condiciones no eran las mejores. Luego de ese contexto, con la llegada de la pandemia por Covid-19 nuevamente se debió modificar la partida.
Uno de los desafíos que tendrán los investigadores será encontrarle una razón al por qué el aire es notoriamente más denso en la cúspide polar, a 400 kilómetros sobre el Polo Norte. Para los expertos, una posible salida a este problema es la presencia de efectos eléctricos y magnéticos en la ionosfera que está ionizada por el Sol, es decir, que tiene partículas cargadas eléctricamente, lo que ayudaría a que soporte el aire más denso. Para medir estos efectos, la misión partió con las herramientas e instrumentos necesarios. Otra teoría que manejan es que el aire en toda la columna vertical de la cúspide es más denso que el de su entorno. De esta forma, el aire denso a esa altura se mantendría flotando sobre un aire más pesado. Esto significa que esa columna de aire más pesado debería producir vientos horizontales y la misión espacial debería generarlos. Para eso, la nave expulsará 20 latas, cada una con su motor, en cuatro direcciones posibles que largarán vapor y harán que se revele cómo se mueve el aire en esa zona.