cultura

Las nuevas ciudades

El espacio citadino ha cambiado mucho en su concepción en el mundo entero y nuestra ciudad también podría sumarse a esa ola de cambios.

Uno de los cambios más radicales de la historia estuvo dado por la migración del campo a las ciudades. Esas ciudades, a su vez, eran modelos en mutación constante: sus formas variaban sin cesar. A lo largo del siglo pasado se sucedieron la aparición de los grandes rascacielos, la construcción o restauración de centros urbanos pretenciosos y el abandono de los centros poblacionales marginales.

A principios del siglo XXI, en los países ricos, los centros de las ciudades se habían vuelto espacios caros donde vivía una mayoría de profesionales que prefería estar cerca de su empleo y disfrutar de las alternativas de consumo y ocio que esos enclaves ofrecían. Nunca tanta gente había vivido tan junta: aquel amontonamiento creó interacciones de las que aun no se ha tomado el suficiente registro.

Lo cierto es que en la actualidad la mejora de las comunicaciones permite el teletrabajo y disminuyó la necesidad de movilizarse a las oficinas. Todo lo cual fue bruscamente acelerado por la irrupción pandémica; por su causa, millones de personas volvieron a dejar el centro y se lanzaron hacia los suburbios. Las ciudades se convirtieron cada vez más en centros administrativos – ya ni siquiera comerciales, porque la gran función de mercado se refugia en el comercio online-. Las ciudades más clásicas se volvieron también el producto principal que vendía aquella forma tan difundida de ocio y negocio, y que se traduce en el turismo.

Cuando se analiza la importancia de las ciudades para la economía mundial, Londres y Nueva York tienden a ocupar los primeros puestos. Casi todos los barrios de estas ciudades densamente pobladas tienen su propia identidad y su propio tercer espacio. Un famoso urbanista, Richard Florida, declaró recientemente, a propósito de las capitales europeas: “Hay un barrio para artistas, otro para innovadores, otro para profesionales. Creo que eso es lo que quiere la gente”.

Londres y Nueva York son también centros financieros mundiales donde tienen su sede la gran mayoría de las industrias y bancos de sus países. Por eso, cuando los trabajadores de esas ciudades se expanden o trabajan desde barrios periféricos lejanos, Nueva York y Londres también se expanden, sin tener que aumentar su huella física, explica el citado urbanista: “Pueden aprovechar estas conectividades digitales y virtuales hacia periferias exteriores”.

Las Metacuidades no están pensadas para competir con las Nueva York y Londres del mundo. Más bien son un equivalente moderno de lo que antes se llamaba “ciudad satélite”. Como explican Florida y su equipo en la Harvard Business Review, las Metaciudades son en realidad “una red de ciudades que funcionan como una unidad diferenciada y están unidas a un centro económico importante, a menudo mundial”. Los residentes de las Metacuidades son personas que, durante la pandemia, se trasladaron a zonas más asequibles, aunque seguían trabajando para una empresa con sede en una gran ciudad y probablemente seguían cobrando su salario de gran ciudad.

Asimismo, esta transformación de las ciudades se complementa con un fenómeno curioso: la gentrificación. Vale decir, que ciertas zonas de las ciudades, que hasta entonces eran habitadas por vecinos variados, son investidas – por su arquitectura particular- por inversores que compran y mejoran sus viviendas y las venden o alquilan a precios mucho mayores. Esto, sin dudas, cambia el espacio y la configuración social del barrio, llenándolo de comercios más caros y atrayendo pobladores más pretenciosos y obliga a muchos a dejar el lugar donde siempre han vivido. Por eso aun hoy los vecinos de ciertos barrios empiezan a temer cualquier mejora urbanística que puede ser el principio de ese movimiento que los obligaría a partir.

En nuestra región, se lanzó a la palestra un proyecto legislativo que propone crear nuevas ciudades a partir de centros urbanos como Tolosa, Villa Elvira, Melchor Romero, City Bell y Los Hornos.

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