Los cinco alimentos "sagrados" del desayuno perfecto
Los alimentos ideales para ese momento del día tienen un bajo índice glucémico y son ricos en fibra.
Cuando uno piensa en un desayuno, lo que habitualmente se nos viene a la cabeza es una taza de leche o de café, cereales, galletas, magdalenas y hasta, a veces, un trocito de bizcocho. Todo junto o por separado.
Es decir, que llevamos media vida desayunando una serie de alimentos que no sólo no benefician nuestra salud, sino que la perjudican sobremanera.
Además, también hemos creído durante años que el desayuno es la comida más importante del día, y que realizarlo nos puede ayudar a adelgazar.
¿Cómo lograr un buen balance?
Cereales: copos de avena o copos de centeno integrales. ¿Por qué? Porque no llevan azúcar, y contienen el grano entero. Los cereales de grano entero han sido relacionados con un menor riesgo de mortalidad por todas las causas, incluyendo enfermedad coronaria y cáncer, según algunas revisiones de estudios.
Nueces y otros frutos secos: Los frutos secos además son alimentos ricos en grasas poliinsaturadas como el ácido linoléico o linolénico, en ácidos grasos monoinsaturados, que aumentan los niveles de HDL (el colesterol ‘bueno’) y poseen un alto contenido en fibra, por lo que benefician la saciedad.
Frijoles: Incorporar las legumbres al desayuno porque son una excelente fuente de proteínas de origen vegetal. Además, tanto los garbanzos como los frijoles son también ricos en calcio, potasio, hierro, fósforo o magnesio.
Además, también son especialmente ricos en fibra soluble e insoluble, por lo que favorecen el tránsito intestinal y tienen un alto poder saciante.
Yogur natural: Los yogures que los dietistas-nutricionistas recomiendan son los naturales (ni edulcorados, ni 0%, ni desnatados, simplemente naturales) y los yogures griegos. Esta última variedad tiene una mayor cantidad de grasa y es más rico en proteínas, por lo que también tendrá un mayor poder saciante que los naturales.
Fruta: Según la OMS, incorporar fruta a la dieta diaria puede reducir el riesgo de algunas enfermedades no transmisibles, como las cardiopatías y determinados tipos de cáncer. "También existen algunos datos que indican que cuando se consumen como parte de una dieta saludable baja en grasas, azúcares y sal (o sodio), las frutas y verduras también pueden contribuir a prevenir el aumento de peso y reducir el riesgo de obesidad, un factor de riesgo independiente de las enfermedades no transmisibles", afirman.