Mujeres que se animan
Yamila, Daniela y Milena son voluntarias del ensayo clínico de la vacuna de los laboratorios Pfizer y BioNTech. En diálogo con diario Hoy, contaron cómo están viviendo esta experiencia.
La historia de la medicina, probablemente, no guarde un lugar para sus nombres. Sin embargo, Yamila, Daniela y Milena, con su organismo, van a comprobar si la vacuna de los laboratorios Pfizer y BioNTech es capaz de generar anticuerpos contra el coronavirus: gracias a ellas, y a otras personas que se animan a ser voluntarias, el mundo puede volver a ser un poco más parecido al que conocíamos.
Yamila Kstulovich tiene 33 años y es abogada. Había leído sobre la vacuna y, cuando una amiga le avisó que ya estaban los formularios, dijo: “Hay que hacerlo”.
“Una de las razones por las que decidí presentarme fue porque me parecía que, cuantos más voluntarios hubiesen, más rápido iba a terminar todo. La pienso como una experiencia bastante extraña, que no sé si se va a repetir. Espero que no haya otra pandemia”, reveló.
Para Daniela López (32), quien es licenciada en Instrumentación Quirúrgica y vive en Almagro, ser voluntaria fue una decisión fácil después de haber observado a su alrededor. “Soy profesional de la salud y tengo muchos amigos y colegas que están trabajando, por ser esenciales. Yo tengo el privilegio de poder trabajar desde casa. Tomé la decisión para poder devolverles algo de lo que están dándonos todos los días”, afirmó.
La vacuna desarrollada por Pfizer y BioNTech atraviesa la fase 3 de ensayos clínicos, es decir, está siendo probada masivamente y en simultáneo en Brasil, Estados Unidos, Alemania y Argentina, entre otros países. Este fármaco contempla dos dosis con un intervalo de 21 días entre una y otra, y durante dos años los voluntarios serán seguidos por un equipo médico en el que trabajan más de 700 personas.
“Quería hacer algo en esta pandemia y, ya que no estoy recibida de médica, me pareció una buena idea que mi aporte sea probando una vacuna. Sentí que era mi forma de ayudar”, contó a diario Hoy Milena, de Capital Federal, puericultora y estudiante de Medicina de la UBA. “No siento miedo ni angustia, ni me siento valiente. Simplemente es algo que tenía que hacer”, completó.
Asimismo, confesó: “Tengo muchas ganas de que me haya tocado vacuna y no placebo”. Pero eso no lo sabe ni ella ni el equipo médico, ya que el ensayo clínico consiste en un diseño denominado “doble ciego”, lo que significa que la mitad de las personas recibe la vacuna y la otra mitad un placebo para garantizar la objetividad de los resultados.
“Sentí un poco de miedo cuando llegó el momento de ir a vacunarme. Pero la verdad es que no me sentí particularmente valiente, aunque mucha gente me dijo que lo era. Me pareció algo muy normal. Pero sí me encontré la noche anterior pensando seriamente si lo iba a hacer, porque me puedo bajar del estudio en cualquier momento; nadie está obligado a completarlo. Lo podés dejar si no te sentís cómoda”, contó Yamila.
Las tres mujeres coincidieron en que su entorno acompañó la decisión que tomaron y reparten sus emociones entre la ansiedad y la expectativa. Por otra parte, si algo las inquietaba más que probar la vacuna era el momento del hisopado. No obstante, frente a la posibilidad de contraer coronavirus, algo probable, consideraron que tarde o temprano iban a enfrentarse con esa situación.
A la pregunta sobre cómo se veían en uno o dos años, respondieron unánimemente que “principalmente, inmunes”.
Milena agregó: “Si algo nos enseñó toda esta situación es a no planificar a largo plazo. Supongo que me veo avanzando en la carrera”.