En un duro comunicado, los cuidadores del Parque Pereyra Iraola manifestaron su tristeza por el daño al reconocido Monumento Natural de la región.
Los cuidadores del Parque Pereyra Iraola manifestaron su repudio frente a la vandalización del único “Árbol de Cristal” que hay en Sudamérica. “Lo están dañando seriamente. ¿Cuánto faltara para que lo prendan fuego y se caiga, como pasó con el ciprés gigante?”, señalaron desde un comunicado difundido en la red social Facebook.
El “Árbol de Cristal” o Agathis alba, según la denominación de su especie, está emplazado en el corazón del parque que, con más de 10.000 hectáreas de extensión, es la zona de mayor biodiversidad de la Provincia.
Se trata de un ejemplar que, se calcula, fue plantado hace 150 años por la familia que habitó esos terrenos. Es el único de los 12 traídos de Malasia que sobrevivió hasta ahora, y será inevitable su destino de soledad, ya que para poder reproducirse necesita otro ejemplar.
La principal característica de este centenario árbol es que exuda una resina en forma de “lágrimas” que, en las noches de luna llena, devuelven su reflejo; cuando esto sucede, mirarlo es como estar mirando un árbol de cristal. En noviembre de 1992, la centenaria planta fue declarada Monumento Natural por la Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires.
“Es muy triste la situación que estamos atravesando en el Parque. Tenemos cerrados los senderos con los pasos bloqueados, con carteles que indican que están cerrados. Y los ciudadanos violan ingresos, inventan ingresos, dejan sus vehículos y traspasan alambrados y tranqueras”, denunciaron los guardaparques.
El Parque Pereyra Iraola se encuentra ubicado entre los municipios de Berazategui, Ensenada, Florencio Varela y La Plata.
La actual situación sanitaria obligó a reducir el personal que trabaja en él: “Todos saben que el Estado está trabajando solo con personal esencial, en el caso del Parque somos tres los guardaparques que recorremos y cuidamos. Y la Policía también está desbordada. Si le hablamos a la gente, nos insultan, nos escupen, nos quieren pegar, nos tiran bicicletas encima”, lamentaron los cuidadores.