Un sueño Nuevo en el Mercadito: se recuperó de la operación y quiere ser fichado por un club de fútbol
Se trata de Bautista Villán, quien vive junto a sus seis hermanitos y su mamá en las inmediaciones de 517 y 117.
La historia de Ana Raquel Farías, quien vive en la zona del Hospital Italiano y el pasado 3 de junio cumplió 91 años. En lugar de obsequios, pidió que le llevaran golosinas, y posteriormente las ofreció al Club Social Guevara, donde fueron entregadas entre semana.
03/07/2022 - 00:00hs
Ana Raquel Farías transita su vejez descansando en un confortable departamento de la zona del Hospital Italiano. Nació en el partido de General Madariaga, a comienzos de la década del 30, y hace un mes cumplió 91 años.
Durante su infancia y adolescencia creció en Mar de Ajó, en donde todavía tiene familiares que suele visitar.
“Ahora ya no me meto al mar, pero sí bajo a la playa a caminar. Me acostumbré de muy chica a caminar por la arena, cuando en Mar de Ajó no había nada en comparación a lo que es hoy”, relató la abuela solidaria de La Plata, sentada en un moderno living decorado con una vieja máquina de coser transformada en escritorio.
A comienzos de los años 60, Ana Farías se mudó a La Plata y trabajó muchos años en la costura. Aquí tuvo a Ricardo, su hijo que la acompaña y la sigue en cada paso que da en esta etapa de la vida por la que transita su madre.
“Estoy bien de salud. Tengo cosas normales de una persona de esta edad, como una operación de la cadera y me cuesta ver bien. Pero después estoy muy bien. Nunca tomé nada y siempre comí sano”, reveló la mujer de 91 años, que para su último cumpleaños pidió un deseo especial: que no le traigan regalos ni presentes, sino más bien que hagan donaciones a un merendero de la zona Oeste que lo está necesitando.
“Hicimos una reunión familiar como siempre pasa en cada cumpleaños. Fue muy linda. Pero les pedí a los que me vinieron a visitar de antemano que no traigan regalos. Que traigan golosinas para los chicos del comedor que las van a disfrutar más”, consideró, reflexiva y elocuente sentada a la mesa en su departamento.
La funda de un celular y una computadora apoyada a un costado sobre la vieja máquina de coser adaptada confirman que las personas mayores no están ajenas a las nuevas tecnologías y que, además, con voluntad, solidaridad y esfuerzo, son capaces de dejar un mensaje y una enseñanza. En momentos donde una parte de la sociedad se detiene en cosas muchas veces no tan graves, ellas son capaces de tener gestos de una belleza que no tiene punto de comparación.
Los destinatarios de la donación fueron los integrantes del movimiento social que organiza el Club Social Guevara de Olmos, hacia donde doña Raquel y su hijo acudieron el pasado martes con la premisa de entregar lo que se había juntado en el cumpleaños.
“Todos me recibieron de una forma muy agradable. Pudimos conversar y ver las caras de los chicos entusiasmados. ¿Qué chico no va a querer una golosina?”, expresó Farías en la parte final del contacto con este diario.
Con buena salud, la vecina del barrio del Hospital Italiano espera seguir dejando enseñanza y demostrando que nunca es tarde en la vida para expresarse con un gesto solidario, que los regalos de un cumpleaños pueden resultar más importantes para otras personas que necesitan cosas más elementales como la dulzura de una golosina.