Señores Astilleros que siguen poniendo el pecho

Un emblema del trabajo en nuestra región atraviesa una etapa traumática de su historia. Soldadores, pintores, torneros, mecánicos, albañiles, esperan una salida. “Somos un total de 3.309 familias paradas”, dijo un delegado del sector buques

¿Desde cuando vienen sufriendo los trabajadores del Astillero Naval Río Santiago?  ¿Qué no ha hecho este gigante de hierro que hace un rutinario ruido de imponentes máquinas o de un simple martillo? Todo lleva un gradual proceso, que arranca en el taller de chapas y termina botando un buque. 

Un pasado gigante con la inauguración del general Juan Domingo Perón, y un presente de poca monta, “porque ni ropa llega”, aseguró a Hoy el berissense Carlos Giglio, de 42 años, y 14 con ese empleo. “Callada la boca, la gobernadora nos está vaciando… No nos despide, pero no nos da trabajo”, amplió el delegado del sector buques militares, que al igual que su compañero Leonardo Carnicero, con 35 años y diez dentro de la producción de Astillero, no puede creer que “el Presidente compró una barcaza afuera por el valor de tres que hacemos acá”.

Cuatro décadas

Lucas Pelayes entró en 1979, en época donde no se paraba de construir turbinas hidroeléctricas para Yacyretá, Salto Grande, entre otras. Encargado de una tarea donde se requiere precisión extrema, la maniobra para los montajes, que en algunos casos alcanzan las 200 toneladas en un solo bloque. 

El hombre participó de la época en que se fabricaron 125 locomotoras para Bélgica. Siente orgullo por las torres de destilación de Mosconi, una de las tantas obras realizadas para YPF. Pero nada como el año 2000 cuando comenzaron a plantar “las primeras columnas y los anillos del Estadio Ciudad de La Plata, y más tarde el techo, que entre cables y caños de acero llegó a pesar 3.500 toneladas”.

El pasado 1º de mayo no tuvo el mismo aroma, ni la prosperidad que auguran las tarjetitas virtuales. La esperanza (lo último que se pierde) les hace pensar que el Astillero Río Santiago sobrevivirá una vez más. Por ahora, dos petroleros con destino Venezuela esperan botadura.

De canillita a soldador

Pablo Rojas, del barrio Monasterio, dio un salto en 1997 cuando dejó de ser canillita de diario Hoy y quedó en Astilleros. A los 52 años repasa la problemática en dos líneas: “es un ahogamiento financiero, porque si bien recuperamos a la Armada como cliente, desde enero los trabajos no los podemos facturar, dado el Gobierno Nacional no le da el dinero. Lo otro es la negación a la partida prespuestaria que se había votado en la Legislatura”. Rojas -secretario general adjunto desde 2015- sabe de buenas y de muy malas. “Con la Empresa de Lineas Maritimas Argentina (ELMA), que tenía cargueros, granos, frigoríficos, hacer un buque en sí mismo no era un gran negocio, la estrategia era hacer negocios una vez que estaba el barco se largaba a comercializar, con la bandera nacional. Después estaba YPF, al que le construímos los petroileros de mayor porte. Pero llegaron los años ’90 y al rifarse las empresas, al venderse ELMA y privatizar YPF, estaba claro ya que los planes del gobierno no pasaban por Astilleros, aunque gracias a las luchas de los trabajadores en 1993 se provincializa y en 1997 empieza a resurgir”.