Un escritor internacional formado en La Plata
Ricardo Piglia siempre reconoció la importancia que tuvo nuestra ciudad en la construcción de su mirada de artista.
culturaRicardo Piglia siempre reconoció la importancia que tuvo nuestra ciudad en la construcción de su mirada de artista.
12/09/2025 - 00:00hs
Nació en Adrogué el 24 de noviembre de 1941. A los 16 años se mudó a Mar del Plata junto a su familia. El adolescente Piglia acusó recibo de esa mudanza de un modo “muy dramático”, como si fuera un exilio o un destierro, a pesar de los 400 kilómetros de distancia. Sus años de aprendiz de historiador los transcurrió en el por entonces vibrante ambiente de la Universidad Nacional de La Plata, adonde llegó en 1950, a los dieciocho años. Autor de cuentos, novelas y ensayos sobre Sarmiento, Borges, Arlt y Viñas, entre otros escritores argentinos, es considerado uno de los teóricos literarios más importantes de nuestro país.
Como escritor lo definió la elección de contar el mundo urbano. Según Piglia, una manera de narrarlo tenía que ver- como le sucedió a él mismo- con la distancia respecto de la ciudad: “ Quizás uno viene de afuera y encuentra, como espacio literario, no el de la provincia sino el de la ciudad, que por otro lado es un mito literario. No se trata tanto de la experiencia, en ese sentido, sino de cómo percibe uno en la experiencia las posibilidades de un tipo de forma narrativa”. Varios escritores, sostenía Piglia, teniendo una misma experiencia, la reelaboran de modo diferente.
Cesare Pavese decía que los escritores norteamericanos se podían bajar del tractor y escribir una novela. Pero el escritor argentino sospechaba que, en realidad, se subían a los tractores para ir hasta el pueblo a buscar los libros de Joyce. Por lo menos, en el caso de William Faulkner: “Quiero decir, la literatura norteamericana es sobre todo una determinada forma de contar. Y esa determinada forma de contar importa más que la experiencia. Son complejísimas formas de llegar a una suerte de mirada poética de la experiencia directa, que está en toda la tradición de la literatura norteamericana desde Melville”.
El escritor mexicano Juan Villoro señaló que la novela de Piglia, Respiración artificial, parte de dos interrogantes: ¿cuál es la historia?, ¿quién la narra? El narrador no escribe porque disponga de los datos de un relato; los conoce a medida que indaga. Piglia construye la novela con saldos de la Historia. El título sugiere un programa de reconstrucción: un aire ajeno revive los sucesos. La estrategia es contraria a la de la novela histórica; no se trata de situarse en el pasado para contarlo como presente, sino de modificar el pasado desde el presente, lo cual implica, en forma más inquietante, permitir que la hora actual cambie por lo que ocurrió hace mucho tiempo. Revisar las barajas de la Historia significa, en este caso, alterar una serie; indagar lo sucedido es un gesto contemporáneo y futuro: interfiere en lo que pasa, prefigura lo que pasará.
Eventualmente, con aquella novela se produjo un debate que no hizo más que reproducir, transformado, el debate que se narra en el libro, lo cual lo convirtió – inesperadamente- en un escritor realista. En ese sentido, Piglia explicó: “Se ha creado un cierto desconcierto con lo que son cierto tipo de costumbres de lectura, sobre las cosas que se pueden o no hacer en una novela. Porque por supuesto por mi lado yo creo que se puede narrar todo”.
Para Piglia, la novela policial y la lingüística eran la misma cosa: entre las dos cosas hay que descifrar signos. Para él, la investigación era un gran modelo de relato y se supone que un lingüísta es alguien que investiga en el lenguaje y eso lo acerca inevitablemente a un escritor.
Hay quienes lo señalaron como un teórico de la literatura. En ese sentido, el escritor argentino argüía que todo escritor es un teórico de la literatura, que podía manejar teorías equivocadas e idiotas, pero que ese era otro asunto: “Pero a un escritor si realmente escribe, quiero decir si no se limita a redactar libros, hace una experiencia de reflexión sobre literatura, siempre”. A Ricardo Piglia se lo sigue recordando como uno de los grandes maestros de la literatura argentina.