Now and then será la primera serie bilingüe de Apple TV
Now and then está ambientada en Miami, y se rodará en español e inglés. Estará protagonizada por Soledad Villamil, Rosie Pérez, Maribel Verdú y Marina de Tavira.
El sitio, que desde 2002 es Monumento Histórico y Bien del Patrimonio Cultural bonaerense, guarda una historia alucinante en sus paredes.
30/05/2021 - 00:00hs
La costa de Punta Lara supo ser un sitio de arenas blancas y su río, el Río de la Plata, un remanso calmo, cuyas aguas corrían a la vera de un bosque interminable. De ese paisaje se enamoró Luis Castells, un catalán adinerado que llegó a la Argentina a principios de la década de 1880. Su carisma le permitió entrar fácilmente en la aristocracia porteña. En el corazón de ese paraje deshabitado y agreste imaginó su casa de veraneo, el lugar ideal para criar caballos y descansar.
“Hay que hacer un enorme ejercicio de imaginación para entender que, en ese entonces, la costa de Punta Lara era un paisaje muy diferente”, advierte a diario Hoy Marcela Nacarate, arquitecta y especialista en patrimonio.
Castells compró 5.000 hectáreas en esa zona de la localidad de Ensenada. Aunque proyectó un palacio que es una verdadera joya arquitectónica, nunca pudo verlo terminado porque murió en 1907, tres años antes de la finalización de las obras. Si bien no consta en las crónicas de la época, la crisis económica de 1890 y la muerte temprana de una hija habrían sumido al empresario en una depresión a la que puso fin con el suicidio.
El Palacio finalmente fue inaugurado en 1910 por Luis Castells Uriburu. El primogénito era fruto del matrimonio entre el catalán y Elisa Uriburu, la mujer a la que debe su nombre Villa Elisa (pero esa es otra historia). “El espíritu de derroche y despilfarro de Luis Castells Uriburu hizo insostenible el mantenimiento del Palacio y finalmente se lo vendió en 1925 a Francisco Piria, un empresario uruguayo con una historia de vida muy diferente a la de Castells; un bohemio pero también un gran emprendedor, muy hábil en la oratoria. Un personaje misterioso, enigmático, que para colmo se dedicaba a la alquimia”, relata Nacarate.
El hombre que le dio el nombre
En Uruguay, Piria se había hecho de abajo: empezó revendiendo en las plazas las cosas que compraba a precios irrisorios en el puerto. Luego se adentró en el mundo inmobiliario: compraba parcelas enormes que luego subdividía y vendía a gente humilde que las pagaba a 30 años. Además, al otro lado del Río de la Plata, tan presente en esta historia, fundó más de 100 barrios y levantó la ciudad balnearia Piriápolis.
“Para ese entonces Piria tenía cerca de 80 años y si bien conservaba la energía y el entusiasmo que tuvo siempre, en la Argentina no contó con el mismo apoyo que en Uruguay. Esto lo frustró”, explica Nacarate, quien desde hace varios años, junto a la arquitecta Mariela Amor y el museólogo Ezequiel Aldazábal, lleva adelante el proyecto de Recuperación del Palacio Piria.
Sin apoyo gubernamental, el megaproyecto de levantar una ciudad turística en torno al palacio no prosperó y, antes de morir, Piria cedió el predio al Estado con la intención de que se convirtiera en residencia de los gobernadores.
Sin embargo la Provincia no lo usó con este fin: perteneció al Servicio Penitenciario y luego pasó a la órbita del ministerio de Acción Social; fue centro comunitario para la tercera edad, instituto de menores, colonia de niños huérfanos y, desde hace varios años, integra la lista fantasma de Inmuebles fiscales del ministerio de Economía bonaerense. “Hacia las décadas del 40 y 50 comenzó la proliferación de campings en la zona. Además, llegaron emprendimientos inmobiliarios de loteo y se crearon barrios. Así, las 5.000 hectáreas se fueron achicando y hoy conservan solo 12”, precisó Nacarate.
“Hasta los años 80 el edificio estaba entero y completo. Muchos dicen que está en ruinas. En verdad, la ruina es un proceso en el que hay una degradación de manera natural a través del tiempo, pero el caso del Piria fue un desguace alevoso. Con un vallado perimetral o una guardia, esto no hubiese pasado. La Provincia lo dejó a la deriva para que la gente pasara y se sirviera. Sin embargo, el Palacio está bien, no hay riesgo edilicio y por ende es recuperable”, cerró.