Bolsonaro se ausentó de la COP26 y viajó al norte de Italia para recibir una polémica ciudadanía honoraria

Ciudadanos de la localidad de Anguillara Veneta realizaron diversas protestas en contra y a favor de la decisión de la pequeña localidad de sus ancestros.

Mientras gran parte de los líderes mundiales participan de la Cumbre del Cambio Climático en Escocia, el presidente brasileño, Jair Bolsonaro viajó hoy a Anguillara Veneta, en el norte de Italia, para recibir la ciudadanía honoraria, en medio de protestas en contra y a favor que desató la decisión de la pequeña localidad de sus ancestros.

La ceremonia, inicialmente programada en la sede de la alcaldía, fue trasladada a una residencia del siglo XVII en las afueras de la ciudad, donde almorzará con unos 200 invitados, entre ellos parientes y concejales del municipio.

La presencia del mandatario movilizó a militantes antifascistas en esta localidad cuya municipalidad amaneció con los jardines cubiertos de estiércol en protesta por la decisión de la alcaldesa Alessandra Buoso, vinculada al partido ultraderechista italiano de la Liga, de concederle la ciudadanía de honor a Bolsonaro, según el portal español El Periódico.

Buoso justificó su decisión al argumentar que el reconocimiento se concede porque el bisabuelo de Bolsonaro emigró de esta comuna a Brasil en 1888. Además, Bolsonaro "ha sido elegido democráticamente y representa a Brasil y a los brasileños en el G20", añadió.

Después del mediodía, bajo una llovizna persistente y en medio de la neblina, representantes de varios partidos de izquierda, sindicatos y de la agrupación antifascista ANPI (Associazione Nazionale Partigiani d'Italia), manifestaron en forma pacífica en la plaza central con banderas y carteles.

"Que visite la ciudad de donde proviene su familia es justo, pero no que lo presenten como un modelo a seguir otorgándole la ciudadanía honoraria", lamentó Antonio Spada, concejal de la oposición, en declaraciones citadas por la agencia de noticias AFP.

"Fora Bolsonaro, fora Bolsonaro", rezaba un enorme cartel, mientras otro, escrito a mano, decía "Anguillara ama Brasil, pero no a Bolsonaro".

Entre los manifestantes más indignados se encontraba el misionario italiano Massimo Ramundo, quien vivió 20 años en Brasil, 12 de ellos en Marañón, un estado del noreste que comprende la densa Amazonia.

"Es una vergüenza. Estoy furioso con la alcaldesa de esta ciudad. No sabe lo que ha hecho Bolsonaro, no ha escuchado sus declaraciones de corte racista, contra los indígenas, los vacunados, las mujeres. Además quiere que la Amazonia sea un negocio. No respeta los valores del papa Francisco", lamentó el religioso.

A la manifestación, organizada en la localidad de donde emigró su familia hace más de un siglo, llegaron también grupos de simpatizantes del presidente, la mayoría brasileños que residen en varias regiones de la península.

"Estoy aquí para decir que no está solo", aseguró Silvana Kowalsky, una elegante señora de 50 años, quien viajó desde Vicenza, a unos 85 kilómetros, para dar su apoyo.

Con sombreros y cubiertos por banderas de Brasil, los simpatizantes del presidente entonaban canciones y lo proclamaban "mito, mito".

"Es un gran presidente y tiene derecho porque es descendiente de italianos. Todo lo que dice de él la comisión (del Senado brasileño que juzgó la gestión frente a la pandemia del gobierno del ultraderechista) son mentiras", aseguró el brasileño Claudio Resende, de 65 años, quien reside en Italia desde hace 17 años.

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