A dos semanas del comienzo de las manifestaciones en contra de las políticas del gobierno de Iván Duque, la ministra de Relaciones Exteriores pidió su salida del Gabinete sin precisar motivos.
La ministra de Relaciones Exteriores de Colombia, Claudia Blum, anunció su renuncia tras las intensas movilizaciones de gran parte de la población en contra de la reforma tributaria impulsada por el gobierno de Iván Duque. De modo que se convirtió en la segunda funcionaria en abandonar un Gabinete que, actualmente, enfrenta duras críticas y condenas internacionales a raíz de la brutal represión que están ejerciendo las fuerzas de seguridad estatales.
A través de una carta publicada por el despacho del Ministerio, Blum presentó su salida sin precisar sus motivos: “Por medio de la presente, quiero de la manera más respetuosa presentar a ustedes mi renuncia irrevocable al cargo de ministra de Relaciones Exteriores, efectiva de manera inmediata. Estoy segura de que el país continuará en la senda del de-sarrollo sostenible, en la recuperación social y económica frente a los efectos de la pandemia, y en la consolidación de los consensos que ratifiquen la unidad y fortaleza de nuestra nación”, escribió.
De esta forma, la funcionaria, de 72 años, abandonó el cargo que ocupaba desde finales de noviembre de 2019, en medio de una crisis política que está dejando una preocupante imagen del país. Por ese motivo, la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la Unión Europea (UE) y el gobierno de los Estados Unidos denunciaron graves excesos cometidos por la Policía colombiana en manifestaciones y disturbios que dejaron, hasta el momento, al menos 42 muertos y más de 1.500 personas heridas, según las cifras oficiales que publicó la Defensoría del Pueblo.
El presidente Duque pierde así a su segundo ministro en medio de un escenario catastrófico; el primero había sido el responsable de Hacienda, Alberto Carrasquilla, quien dejó su cargo por las críticas a sus propuestas de subir impuestos a las clases populares en plena pandemia de coronavirus, que ya venían siendo castigadas económicamente. En este marco, el deseo gubernamental de “retornar a la normalidad” aparece cada vez más lejos.