Aborto: el país se debe una discusión profunda y realista

Las cifras por muertes de mujeres debido a la interrupción del embarazo de manera ilegal son alarmantes. El Presidente Mauricio Macri se opone a su legalización, pero todo hace indicar que este año el proyecto llegará al Congreso

Hay discusiones en la Argentina que son como espejos de ese país al que Martín Caparrós llama “calesita”: dando vueltas sin llegar a ningún lugar, regresando siempre al punto de partida. Con el aborto y su legalización pasa algo similar. Quienes están en el poder parecen enfrascados en debates maníqueos, que obvian la realidad, esa de la que habló René Favaloro hace ya 20 años: “Los ricos defienden el aborto ilegal para mantenerlo en secreto y no pasar vergüenza. Estoy harto de que se nos mueran chicas pobres para que las ricas aborten en secreto. Se nos mueren nenas en las villas y en los sanatorios hacen fortunas sacándoles del vientre la vergüenza a las que tienen plata. Con el divorcio decían que era el fin de la familia y sólo fue el fin de la vergüenza para los separados ilegales. Con el aborto legal no habrá más ni menos abortos, habrá menos madres muertas. El resto es educar, no legislar”.

De eso se trata, de enseñar al soberano lo que significa traer una vida al mundo, de respetar la decisión que parte del pensamiento y el cuerpo de la mujer, de contener a las más vulnerables, a quienes no están preparadas (por su condición socioeconómica) para traer un hijo el mundo, de facilitar los canales de adopción para quienes no pueden engendrar y están ávidos de dar amor.

“Las cifras de abortos anuales realizados en nuestro país demuestran que la penalización del aborto fracasó en todo sentido. Esta situación patentiza una reprochable discriminación con motivo de la condición social de las mujeres pobres que arrasa con el derecho a la vida y la salud”, advierte el abogado constitucionalista Andrés Gil Domínguez, y agrega que “ampliar el derecho a la interrupción legal del embarazo dentro de un plazo determinado basado en la autonomía de la mujer, no sólo garantiza derechos de forma igualitaria, sino también intenta paliar el dolor de las mujeres que adoptan dicha decisión porque para ninguna mujer el aborto es festivo o indiferente”.

Según cifras oficiales del Ministerio de Salud, en 2016 murieron 43 mujeres por abortos, lo que representa el 17,6% de las mujeres embarazadas fallecidas ese año y convierte el aborto en la principal causa de muerte materna.

Amnistía Internacional alertó que en 2017 las mujeres seguían teniendo “dificultades” en nuestro país para acceder a un aborto legal incluso en los casos de violación o de riesgo para su salud, ambos ya aprobados. Esto motivó al organismo de derechos humanos a reclamar que la interrupción del embarazo “se despenalice plenamente”.

Las chicas se mueren, los hijos deambulan perdidos entre la miseria y la exclusión, mientras el país adolece de una discusión real, mientras el debate en algunos ámbitos, como la Iglesia, parece estanco y cuando la ciencia insiste por ejemplo, que hasta al menos los tres meses de gestación el feto “no siente dolor”. Incluso, expertos del Real Colegio de Obstetricias y Ginecólogos del Reino Unido aseguran que antes de las 24 semanas los fetos “no han logrado desarrollarse y están sedados”.

Contra esa idea se opone el Presidente Mauricio Macri, reacio como gran parte de su gabinete a la legalización del aborto pero que, por la fuerza misma de una realidad que demanda, deberá aceptar que el debate llegue al Congreso.  

Es que tras el “pañuelazo” del lunes impulsado por la Campaña por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito frente al Congreso, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, indicó ayer a los jefes parlamentarios de Cambiemos que el Gobierno “no va a obstaculizar” el tratamiento del tema. Así, todo parece indicar que el proyecto que propone legalizar el aborto hasta la semana 14 de embarazo será tratado en Diputados el 6 del mes que viene. Algunos, incluso, se ilusionan con que se debata en una sesión especial el 8 de marzo. El mayor escollo, se anticipa, tendrá lugar en el Senado, donde los legisladores de las provincias, en sintonía con el Presidente, manifiestan las posturas más conservadoras.

En cualquier caso, la hora demanda dar una discusión real, profunda, con las mujeres como protagonistas. Se trata de sus cuerpos, ni más ni menos.