Del FMI al Gobierno: “Muy bien 10, felicitado”

"Argentina tiene el apoyo total del Fondo”, escribió ayer en su cuenta de Twitter el vocero del FMI, Gerry Rice. Traducido en criollo eso es un “muy bien 10, felicitado” al camino emprendido por el Presidente y sus colaboradores para recibir lo más rápido posible los desembolsos que restan para completar el préstamo por US$50.000 millones.

"Argentina tiene el apoyo total del Fondo”, escribió ayer en su cuenta de Twitter el vocero del FMI, Gerry Rice. Traducido en criollo eso es un “muy bien 10, felicitado” al camino emprendido por el Presidente y sus colaboradores para recibir lo más rápido posible los desembolsos que restan para completar el préstamo por US$50.000 millones.

Ese camino incluyó la estampida del dólar, que ayer bajó a $38 (y que probablemente la semana que viene se ubicará en torno a esa cotización), al cabo de una devaluación que acumula más del 100% en un año y la suba al 60% en las tasas de referencia del Banco Central (medida que estrangula el financiamiento y contribuye a enfriar más la economía) para que, de ese modo perverso, baje la inflación. 

Tal como viene informando este diario, nadie puede hablar ya de errores, accidentes o tormentas. Todo es parte de un objetivo premeditado y un ajuste que desde el lunes ingresará en su fase más agresiva: será cuando el ministro de Hacienda y Finanzas, Nicolás Dujovne, presente el paquete de medidas que incluirían el restablecimiento de un esquema de retenciones para el agro y la minería; pero también el compromiso del Gobierno de llevar la meta de 1,3% de déficit fiscal a 0,5% o incluso 0, lo que implicaría un recorte total de $420.000 millones el año próximo. 

Para encarar esta etapa, ¿se bajará la deuda, desalentará la bicicleta financiera o la fuga de capitales? De ningún modo: entre las alternativas que baraja el Ejecutivo están acelerar los despidos en el Estado y un mayor recorte en la obra pública. 

Son las exigencias previamente acordadas que el Presidente debe cumplir para que el FMI le adelante la totalidad del préstamo entre este año y el próximo, garantizándole así dinero fresco para la inminente campaña electoral. 

Sin valor para asumir los costos de una política de shock, Macri y sus ministros fueron ajustando a cuentagotas, craneando cuidadosamente la crisis y, cuando sus consecuencias se fueron materializando, cuando la recesión empezó y la inflación se disparó más, hasta fingieron angustia. 

Con las nuevas medidas, la economía se enfriará más, el consumo bajará y la suba de precios tal vez se atenúe. Pero ahora podrán culpar al Fondo.

Es parte del guión. El Banco Central pudo, como ayer, licitar US$675 millones en cualquiera de las jornadas previas para contener la divisa, pero la dejó subir, aumentando la tensión, agitando fantasmas de viejas épocas, simulando que nada de lo que ocurría estaba previsto. Pero lo estaba. 

El teatro continuó ayer, y continuará el fin de semana en la Quinta de Olivos, donde el Presidente y su equipo aparentarán ultimar las medidas ya acordadas. 

Como el alumno aplicado que se pasa largas horas en vela en la víspera de un examen importante, repasarán el borrador que el lunes presentará Dujovne en conferencia de prensa, paso previo para el encuentro que el martes mantendrá con la directora del Fondo, Christine Lagarde, en Washington, donde “renegociará" los términos del “nuevo” acuerdo. 

Esa sujeción a las recetas del FMI recibió ayer el “mágico” espaldarazo de los mercados: tras la estrepitosa caída del miércoles, rebotaron las acciones en la bolsa porteña y Wall Street. 

Y, como si le faltara más a este previsible guión de la película argentina, al promediar la jornada llegó la bendición para nada casual de la vocera de la Casa Blanca, al confirmar que la cumbre del G20, que se desarrollará en Buenos Aires entre el 30 de noviembre y el 1º de diciembre próximos, contará con la presencia del presidente norteamericano, Donald Trump.

Como en los ‘90, la recesión -que destruye la industria nacional, desemplea y empobrece- es también hoy el terreno fértil para las relaciones carnales: entre los “maestros” del Norte y sus sumisos alumnos del Sur.