en exclusiva
Freddy Storani remarcó la necesidad de crear un consejo económico y social frente a la crisis
Así lo indicó en diálogo exclusivo con diario Hoy. Integrante de la Unión Cívica Radical, se ha desempeñado como presidente de la FUA, diputado nacional y ministro del Interior de la Nación.
En un reportaje exclusivo con diario Hoy, Federico Storani afirmó que el radicalismo debe “reformular” su alianza con el PRO, invitando a otros sectores que puedan generar un gobierno de coalición. Además, quien se desempeñó como presidente de la Federación Universitaria Argentina, apuntó duramente contra la gestión del exvicegobernador radical Daniel Salvador y afirmó que el país necesita conformar un consejo económico y social para hacer frente a la crisis que desatará la pandemia.
—Analizando la decisión presidencial de la extensión de la cuarentena, ¿cuál cree que será el impacto en la economía? ¿Cómo puede participar la oposición?
—Creo que la medida busca preservar la salud de los argentinos, pero también hay una íntima vinculación con la economía. Porque la salud también tiene que ver con la economía. Si no se tomara en cuenta, entraríamos en un círculo vicioso. No tengo ningún tipo de dudas de que tiene que haber políticas de consenso. Desde mi punto de vista, fue correcto inicialmente tener un comité de expertos científicos, epidemiólogos, pero me parece que ahora es urgente poner en marcha un instrumento que el propio Presidente ha anunciado que va a enviar en los próximos días como proyecto de ley, en el cual nosotros hemos venido insistiendo mucho, que es el consejo económico y social. Allí tiene que tener una visión mucho más amplia para encontrar denominadores en común de cómo se administra esta crisis.
—Ha sido muy crítico del macrismo y el PRO en las últimas elecciones. Teniendo en cuenta que fue uno de los impulsores en la Convención Radical de 2015, ¿se arrepiente de haber promovido la alianza Cambiemos?
—No, creo que cumplió un momento histórico, como fue garantizar el equilibrio y el control del poder, que estaba muy desbalanceado en la Argentina, y generar alternancia, sin la cual la democracia se ve muy resentida, muy debilitada. Después teníamos expectativas de que se conformara un gobierno de coalición que nunca fue. Por eso, hace ya mucho tiempo empecé a reclamar la necesidad de la constitución de un gobierno de coalición, que no implicaba repartirnos cargos, sino tener ámbitos de debate para discutir las políticas públicas esenciales.
Mauricio Macri respondió a eso que tenía el mejor equipo de los últimos 50 años en economía y la verdad que fue un fiasco, tanto en materia económica como social. Se cerró muchísimo sobre sí mismo. Hubo una alianza electoral, pero creo que nunca hubo un auténtico gobierno de coalición. Por eso es que creo que hay que reformular, no romper. Con el desgaste, el descrédito y la poca credibilidad que acarrea la figura de Macri, no hay ninguna duda de que somos el partido llamado a construir con mayor arraigo, con mayor extensión territorial. Es el radicalismo con propuestas que están mucho más cerca de su identidad, que es una identidad más cercana a la social democracia y no a la vertiente conservadora que constituyó el PRO.
—Si la crisis se profundiza, ¿cómo ve la posibilidad de un gobierno de salvación nacional?
—Hay que tratar de evitar que las grietas se profundicen. Nunca son buenas. Yo digo que son artificiales cuando no responden a causas verdaderas sino simplemente a diferenciaciones de tipo oportunistas. Deben encontrarse mecanismos institucionales que permitan ir encontrando los denominadores comunes. De allí lo del consejo económico y social. Como la crisis pospandemia va a ser tan grande, hemos formulado la propuesta de un gobierno de unidad y de reconstrucción nacional que permita abordar sobre la base de lo que aconseje ese consejo económico y social en políticas de Estado a más largo alcance.
Esto no se salva con un partido individualmente considerado, sino con el conjunto de aquellos que tienen mayor afinidad. Por supuesto, creo que hay que sumar al socialismo y a otros sectores que muestran una mayor sensibilidad social para abordar la crisis.
—En esta línea, ¿cómo viene la alianza con Gustavo Posse, Martín Lousteau y Juan Manuel Casella?
—Pienso que es una síntesis muy adecuada porque Posse ha demostrado a lo largo de sus mandatos una excelente gestión y por lo tanto eso podría trasladarse al propio comité de la Provincia de Buenos Aires, que ha tenido un papel extremadamente deslucido, con muy poca presencia. Por otro lado, en lo que se denomina el radicalismo auténtico, por historia, por trayectoria que nadie puede dudar, tanto Casella como Jorge Sappia (actual presidente de la Convención Nacional de la UCR) pueden aportar. La proyección de futuro la da el senador por la Capital Federal, Martín Lousteau, quien tiene una muy buena llegada a sectores juveniles y su pensamiento es claramente social demócrata, alejado de las vertientes conservadoras.
Pero tampoco le pongo una bolilla negra a algunos sectores que pueden haber estado en el planteo anterior. Por ejemplo, yo tengo una muy buena relación, y se ha visto que es posible construir, con personas como Emilio Monzó, quien se fue siendo muy reconocido de la Presidencia de la Cámara de Diputados de la Nación. No así por ejemplo con lo que expresa Macri o Bullrich, que está en las antípodas de nuestro pensamiento.
—¿Cómo analiza la conducción partidaria provincial a cargo de Daniel Salvador?
—La veo extremadamente deslucida. Ya cuando él era el vicegobernador de la Provincia, un poco en lenguaje común decía “no hay que hacer olas” porque él tenía miedo de que no lo pusieran nuevamente en la candidatura. Lo único que le interesaba era la candidatura. Finalmente fue candidato, pero no se consumó el éxito desde el punto de vista electoral y el radicalismo fue perdiendo identidad.
Prácticamente si uno repasa los diarios, los medios, todo, la expresión del radicalismo fue casi testimonial. Fue solamente para hacer homenaje a algún prócer partidario, pero no tuvo propuestas, no tuvo participación. Ese sometimiento es parte del problema. Porque simplemente privilegió la posibilidad de continuar en algunos cargos, sin preservar algunas líneas históricas del radicalismo.