Otro castigo a los jubilados

"La familia sólo puede mantenerse fuerte, unida y solidaria si somos capaces de cuidar a nuestros chicos y a nuestros viejos”:

"La familia sólo puede mantenerse fuerte, unida y solidaria si somos capaces de cuidar a nuestros chicos y a nuestros viejos”, decía Juan Domingo Perón, quien como pocos, acaso como nadie en nuestro país, entendió la parábola de la dignidad de la vida.

Por eso la lealtad de los trabajadores hacia su líder, hecho del que ayer se conmemoraron 73 años. En cambio hoy, el futuro es un horizonte esquivo, para el que nace. 

Y para el que muere, aquel que, tras haber trabajado por su país para gozar de una vejez reposada, en el ocaso de su vida soporta el frío del invierno o el sol abrasador de los días de verano formando fila a la intemperie para cobrar un haber mínimo de poco más de $8.600, tan lejos del costo de la más básica de todas las canastas, valuada en $21.000.

Sin contar en lo que a esa altura de la vida se transforma en un gasto fijo e imprescindible como los medicamentos. La mayoría de ellos no cubiertos por el Pami. La respuesta del Estado a aquella entrega de sus años jóvenes es, entre tantas otras, una pérdida del 15,2% del poder de compra en 12 meses.

Así surge al comparar el valor de los ingresos en septiembre de 2017 e igual mes de este año, cuando hubo una magra recomposición del 6,6%. Pero la pérdida será mayor al final del año.

En lo que va de 2018, el aumento en los haberes llega al 19,2%, al que deberá agregársele el 7,7% que percibirán en diciembre.

Tanto esfuerzo de toda una vida para llegar a la vejez con los bolsillos flacos, cansados de trajinar para obtener una “mejora” en sus haberes de apenas el 27%, rendidos ante una inflación cuyo piso, dicen todas las estimaciones, no bajará del 45%.