¿Por qué fallan las encuestas políticas?

El triunfo de Donald Trump en Estados Unidos es el último ejemplo de una tendencia que se presenta a nivel mundial: el fracaso de los pronósticos electorales. ¿Es el fin de los sondeos como instrumento de medición de la opinión pública? Qué cambiar de cara a las legislativas del próximo año en nuestro país

Cuando Donald Trump cerró su campaña electoral diciendo que los comicios presidenciales en Estados Unidos serían “un brexit a la enésima potencia”, en referencia al plebiscito por la salida del Reino Unido de la Unión Europea que desautorizó todos los sondeos al ganar la opción menos pronosticada, gran parte del mundo pensó que se trataba de otra de sus frases grandilocuentes. No obstante, al día siguiente, el magnate devenido en político desa­fió a todas las encuestadoras norteamericanas y a la mayoría de los medios, convirtiéndose en el nuevo presidente de su país, venciendo a la que, hasta entonces, parecía la candidata indiscutida, Hillary Clinton.

Algo parecido sucedió a principios de octubre en Colombia, cuando se llamó a un referéndum para decidir si el país aceptaba el pacto de paz que el gobierno había negociado con las FARC. Pese a que los sondeos indicaban un triunfo del “sí”, el 51 por ciento de los votantes rechazó el acuerdo.

Las últimas elecciones presidenciales en Perú estuvieron marcadas por el mismo fallo de pronóstico. Durante toda la campaña electoral las encuestas dieron por ganadora a la candidata Keiko Fujimori, pero finalmente, en la segunda vuelta de los comicios del 5 de junio, se impuso el actual presidente, Pedro Pablo Kuczynski.

Aquí mismo, en las elecciones presidenciales de octubre, los sondeos no marcaban una ventaja tan amplia del actual jefe de Estado, Mauricio Macri, sobre su competidor.

¿El electorado se volvió imprevisible? ¿Son las consultoras las que fallan? ¿O los medios los que tergiversan los datos? ¿Qué cambió para que los sondeos del mundo se equivoquen?

Diario Hoy consultó a expertos para analizar la situación.

“No se puede seguir midiendo con las herramientas que tenemos hasta ahora”

Por Orlando D’Adamo. Especial para Hoy

Esta seguidilla de situaciones nos evita la respuesta fácil de que en la Argentina se compran todas las encuestas, que fue lo que se dijo en octubre pasado. Que hayan dado mal los sondeos en Colombia, en el plebiscito en Escocia por separarse o no del Reino Unido, o que no hayan acertado ahora en Estados Unidos marca que algo hay en la opinión pública que no se puede seguir midiendo con las herramientas que tenemos hasta ahora.

Creo que suceden dos cosas: que la gente está mintiendo en las respuestas (en general, suelen mentir cuando hay candidatos a quienes saben que van a votar pero les da vergüenza admitirlo) y que en los sistemas donde no es obligatorio sufragar se genera una situación de mucha incertidumbre.

Otra cosa que pasa con estos sistemas es que, en el caso de EE. UU., por ejemplo, la conciencia mayoritaria a través de lo que los medios y las encuestas decían era que Trump perdía. Entonces, muchos que no lo hubieran votado, como veían que iba a ganar Hillary, no se molestaron en ir a votar. En el brexit sucedió parecido: el consenso absoluto decía que era imposible que el Reino Unido saliera de la Unión Europea y, por lo tanto, muchos votantes a favor de quedarse no fueron porque pensaron que no iba a pasar nada.

Frente a todo este cuadro de situación, va a haber que hacer algún cambio metodológico. De lo contrario, los analistas políticos nos quedaremos sin una herramienta clave como lo son las encuestas de opinión.

“Es un instrumento del siglo pasado”

Por Carlos Germano. Especial para Hoy

Si uno analiza con detenimiento la elección de Estados Unidos, las encuestas no estuvieron tan mal como en otras situaciones. El número fue muy finito, es decir, dentro de los márgenes de error, y las encuestas no estuvieron tan equivocadas.

De todas maneras, es indudable que las encuestas merecen un grado de estudio mucho más profundo. Es un instrumento que tiene mucho más que ver con el siglo XX que con el XXI. 

Hoy, con la invasión absoluta de redes sociales y la explosión de internet en todo el mundo -en la Argentina, el 80% de la sociedad tiene Facebook-, indudablemente hay un cambio de tendencia muy fuerte y cuesta generar encuestas no sesgadas porque tenés, por ejemplo, jóvenes de entre 25 y 40 años para los que ya el teléfono fijo no existe más. Usan solo celulares y es muy difícil encontrarlos porque están en permanente actividad. 

La inseguridad está jugando también un papel muy importante. Hoy hay una serie de obstáculos que hacen que el tema merezca una revisión muy importante, y no solamente en la Argentina, porque está pasando en todas partes del mundo. Me parece que esto es lo que hoy está en pleno centro de estudio y debate.

En este proceso de revisión de la encuesta como instrumento, se trata de incorporar las nuevas tecnologías a efectos de tener una mayor adaptación a lo que está pasando en este siglo, y la velocidad de cambio que va teniendo el sistema comunicacional vuelve más complejo el tema.