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Una perra muerta en Ensenada y un caballo atropellado en La Plata, cuyo jinete terminó hospitalizado, exponen un patrón preocupante: conductores que huyen y las víctimas invisibles de la imprudencia en las calles.
26/11/2025 - 00:00hs
Dos hechos viales ocurridos en la región de La Plata y Ensenada arrojan luz sobre una realidad pocas veces destacada: los animales también son víctimas directas de la imprudencia y la huida de conductores en nuestras calles y rutas. Por un lado, en la zona de El Dique-Ensenada, un conductor atropelló y mató a una perra que cruzaba la calle, para luego darse a la fuga. Por otro, un auto embistió a un caballo cuyo jinete sufrió la fractura de cadera y el vehículo escapó sin detenerse. Ambos episodios evidencian no sólo negligencia vial, sino una falla grave en el sentido de responsabilidad y de reparación del daño.
En el caso de Ensenada, el incidente ocurrió el domingo 23 de noviembre, a las 21:47, en 124 y 48: un auto Chevrolet embistió a la perra y el conductor huyó sin siquiera asistir al animal. Las cámaras de vigilancia registraron el episodio y vecinos difundieron el video para intentar identificar al autor. Por su parte, el atropello del caballo ocurrió el 27 de octubre, en 121 y 67: el jinete fue atendido de inmediato luego de la ambulancia del SAME, pero el vehículo que golpeó al equino ya se había marchado. Según su relato, el conductor apenas frenó, descendió, miró desde lejos y se fue sin dejar datos.
En ambos casos, se plantea un patrón: animales víctimas colaterales de accidentes donde el responsable no asume consecuencias. Aunque uno de los incidentes puede considerarse maltrato —el de la perra que fue embestida y abandonada— y el otro un accidente de tránsito con heridos humanos, la presencia del animal herido o muerto da otro marco al conflicto vial: no se trata sólo de autos, choques o peatones, sino de vidas no humanas que quedan al margen del sistema de justicia vial.
La cuestión es grave porque revela una doble falla: primero, la de la prevención —riesgos que aumentan cuando vehículos circulan sin atención, sin freno, cuando la fuga es la primera reacción—; y segundo, la de la reparación —una víctima (en este caso animal) no recibe atención ni se garantiza que se identifique al responsable. Cuando el responsable huye, el daño sigue intacto y el mensaje es que la infracción o el accidente pueden quedar impunes. Esto, además, tiene un efecto simbólico: indica que algunas vidas —las de los animales— siguen sin valer lo suficiente como para que alguien dé la cara.
Luego de un trágico fin de semana, en el que tres motociclistas perdieron la vida en diferentes accidentes, la cuestión del tránsito vuelve a ser el foco de atención en la región, donde ya murieron 66 personas por siniestros viales en lo que va del año.