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Delincuentes forzaron la puerta de un edificio en El Mondongo, ingresaron al garaje, sustrajeron un rodado y escaparon a pie.
Ocho sujetos rodearon y, a los golpes, terminaron con la vida del joven frente al boliche Le Brique. Hoy, en el centro de Villa Gesell, se ve un panorama muy diferente.
18/01/2021 - 00:00hs
Entre las 4.41 y las 5 de la madrugada del 18 de enero de 2020, en la avenida 3 entre paseo 102 y avenida Buenos Aires, ocho rugbiers asesinaron a golpes a Fernando Báez Sosa, de 18 años.
La discusión había iniciado dentro del boliche Le Brique entre los amigos de la víctima y algunos de los homicidas. Minutos más tarde, los patovicas del lugar sacaron a la vereda a los amigos de Fernando y a los deportistas, quienes cruzaron la avenida 3.
Entonces, los insultos pasaron a las trompadas, mientras el damnificado intentaba separar a quienes se peleaban. En cuestión de segundos, ocho sujetos fueron en contra de uno solo, lo molieron a golpes y lo dejaron tendido al lado de un árbol, sin posibilidad de defenderse.
Un año después, la cuadra donde ocurrió el asesinato se ve totalmente distinta, de acuerdo a lo que este multimedio pudo corroborar al acercarse al lugar. Gendarmes, grupos especiales y policías custodian la zona día y noche. Le Brique permanece con sus puertas cerradas y la fachada totalmente descuidada, con pastizal en parte de su predio. En la vereda de enfrente, los turistas circulan mirando vidrieras de los locales, algunos tomando helado, otros simplemente planificando lo que harán esa noche, mientras la mayor parte está a tres cuadras de allí, en los balnearios céntricos, tomando sol.
Doce meses antes, el escenario era otro. De la casi nula presencia policial, el lugar se llenó de efectivos de la DDI, Policía Científica, peritos, curiosos y la prensa nacional y local durante horas, e incluso días. Las marchas se sucedieron en Gesell y en Buenos Aires pidiendo justicia por Fernando, y casi a fines de 2020, la fiscal Verónica Zamboni solicitó la elevación a juicio para los ocho imputados.
La investigación
En los canales de televisión, medios gráficos, digitales y radiales, como también en las redes sociales, se discutió si hubo planificación para matar al joven, debatiendo cómo debía encuadrarse el rol de cada uno de los agresores y buscando un análisis pormenorizado de cada elemento de prueba. Los testigos desfilaron por la fiscalía para contar lo que habían visto y los investigadores revisaban los videos de los locales de la zona, mientras los peritos determinaban a quién correspondía las marcas que habían dejado las zapatillas en el rostro de Fernando, producto de las patadas fatales.
Zamboni determinó que los acusados se distribuyeron distintos roles. Cinco de ellos (Thomsen, Ciro Pertossi, Comelli, Benicelli y Cinalli), “previo acordar interceptar a la víctima y golpearla con el fin de darle muerte, en la vereda ubicada frente al lugar bailable abordaron por detrás a Báez, aprovechándose de que el mismo estaba de espaldas e indefenso, actuando de esta manera sobre seguro, en virtud de la superioridad numérica y física”, detalló la letrada.
Máximo Pablo Thomsen (20), Ciro Pertossi (20), Enzo Comelli (20), Matías Franco Benicelli (21), Blas Cinalli (19), Ayrton Michael Viollaz (21), Lucas Fidel Pertossi (21) y Luciano Pertossi (19) afrontan cargos por “homicidio agravado” en calidad de coautores. Actualmente, todos ellos esperan el juicio oral en la Alcaldía de Melchor Romero.
La vida dentro de la cárcel
Los ocho rugbiers detenidos se encuentran desde el 12 de marzo alojados en la Alcaldía de Melchor Romero, alejados de la población carcelaria por temor a que los agredan.
Permanecen juntos, aunque alojados en los calabozos de dos en dos. Pasan el día escuchando radio, leyendo, charlando y jugando a las cartas. Con el advenimiento de la pandemia por Covid-19, no pudieron recibir la visita de sus familiares. No obstante, las mismas volvieron a implementarse en noviembre, aunque solo un allegado puede ir a verlos, una vez por semana.
Con el correr del tiempo se fueron adaptando a la rutina diaria del pabellón 3 en el que están y, de acuerdo a los voceros, se mueven siempre en grupos. De lunes a viernes tienen permitido permanecer tres horas al aire libre, pero siempre sin cruzarse con el resto de los presidiarios. Estos al principio los agraviaban y amenazaban, pero luego cesaron los hostigamientos.
Una fuente contó que los deportistas “reciben la misma comida que el resto”, además de la que les llevan sus familiares, quienes también les acercan yerba, cigarrillos y ropa.