Al calor del sol

El jueves llega a los cines el filme Las insoladas, de Gustavo Taretto. Hoy entrevistó a dos de ellas, Luisana Lopilato y Carla Peterson. Además, la palabra del director

En el comienzo de Manhattan (1979), Woody Allen le hace una declaración de amor a Nueva York, tanto desde el texto como desde las imágenes en blanco y negro. En el arranque de Las insoladas, Gustavo Taretto hace algo similar con Buenos Aires, con el sol cayendo sobre los edificios del microcentro. 

En esa zona de oficinas y bullicio se ambienta su película. Precisamente, en los límites de una terraza (la única locación de todo el filme) en la que un 30 de diciembre de 1995 seis amigas (interpretadas por Luisana Lopilato, Carla Peterson, Violeta Urtizberea, Maricel Álvarez, Elisa Carricajo y Marina Bellati) se reúnen a tomar sol. En plena fiesta menemista, ellas quedaron fuera del juego -mal en el trabajo, mal en el amor- y sueñan con otro paraíso, lejos del calor porteño. Entonces, se anotan en un concurso de salsa, con la intención de ganarlo y conseguir los 1700 dólares que cuestan unas vacaciones en Cuba.

Entre charla y charla, siempre tiradas sobre la terraza, el sueño crece hasta niveles insospechados en un mismo día. Pero en realidad, ese día se construyó a lo largo de 22 jornadas de rodaje, sin otra luz que no fuera la del sol, en el verano 2013, “el más caluroso de los últimos 107 años”, apunta a Hoy Taretto, quien ahora habla junto a Lopilato y Peterson en una sala de un exclusivo hotel porteño, más sombrío y con aire acondicionado. 

“Siempre me llamó la atención la gente que se expone al sol de esa manera. El sol transmite felicidad; es un símbolo de estatus: el que aparece bronceado en julio es porque estuvo en el verano europeo. Y también se asocia a la belleza; recuerdo que mis tías subían a la terraza de sus casas en Palermo y se sentían divinas. Esa imagen quedó”, justifica su obsesión el director.

El agobiante largometraje que Taretto estrenará el jueves fue concebido como corto 15 años atrás. Pero en 2001, “terminó la fiesta menemista y empecé a reescribir el guión. Me interesaba la contradicción de esos años: la pizza con champagne, Liz Fassi Lavalle, la idea de belleza asociada al sol o a la especulación, el éxito inmediato. Todo eso influenció a la clase media y es lo que traté de contar en la película. Casi que quería que fuera en blanco y negro, salvo las actrices y el cielo”, explica el también autor de Medianeras, el multipremiado corto que en 2011 convirtió en largo.

Dejarse filmar

En Medianeras, Carla Peterson tuvo un rol menor. Pero ya en aquel rodaje, Taretto le acercó el guión de Las insoladas y le prometió que la llamaría. “En Medianeras descubrí que Gustavo era una persona de buen corazón y desde esos vínculos es de donde salen los mejores trabajos. Por eso sentí que tenía que hacer esta película, aunque tuviese que salir desnuda. Fueron días agotadores, largos, en los que nos insolamos de verdad y llegamos a filmar con 40° de calor, pero al mismo tiempo fue placentero”, afirma a este diario Peterson, quien, junto a sus compañeras, aparece en bikini durante todo el rodaje. 

“Déjense filmar”, les dijo Taretto para desinhibirlas, pero “al principio me preocupaba; quería estar lo mejor posible y sentir que estaba vestida, sin tener que taparme. Además, tenía que darse una situación cómoda, como cuando una está entre amigas”, dice la actriz de Guapas, que aceptó la propuesta a poco más de un año de haber dado a luz a Gaspar, el hijo que tiene junto al economista Martín Lousteau.  

Mayor fue el desafío para Lopilato, quien se dejó filmar a sólo tres meses del nacimiento de Noah, fruto de su amor con el cantante canadiense Michael Bublé: “Había sido mamá en agosto y empezamos a rodar en noviembre. Noah me acompañaba todos los días al set, era chiquitito, pero yo tenía muchas ganas de trabajar. Fue raro; pensaba que al ser mamá nadie se iba a acordar de mí, que no me iban a llamar más. Por suerte, llegaron Las insoladas”.

Lopilato y Peterson: madres coraje

La película se sitúa en los ’90, ¿qué hacían en esa época?

Luisana: Yo me relacioné mucho con mi hermana: la radio, el cassette, el walkman, los posters, todo eso lo viví con ella.

Carla: En los ‘90 quería viajar todo el tiempo. Como ya había terminado el colegio y trabajaba, lo pude hacer. También, me he pasado tardes enteras con amigas al sol, haciendo nada y todo a la vez, porque se nos iba la vida hablando de cualquier tontería. Desde que soy madre no tengo ese tiempo, pero tampoco me insolo (risas).

 

¿Cómo se vieron en la película?

L: Yo, muy bien (risas). Me gustó, porque no se hace foco en los cuerpos. Yo estaba preocupada, porque hacía muy poco que había sido mamá. Pero el director me dijo: ‘La historia no va por ahí’. Y tenía razón.

C: Yo no la vi en pantalla gigante. En cine debemos tener unas colas como esa pared (señala hacia uno de los laterales de la sala, de unos 3 metros de largo). Pero ya está, nos divertimos mucho y cada día de rodaje fue una alegría. Diviértanse ustedes ahora, que para eso nos insolamos.

Tanto a Luisana como a Carla, el futuro las encontrará lejos de la televisión. En febrero, Lopilato rodará el filme Los que aman, odian, de Alejandro Maci y junto a Leonardo Sbaraglia. “Seguiré con el cine, porque quiero seguir actuando pero también viajar, ser madre, algo que  la televisión no me permitiría”, resume ella.

En el mismo sentido, Peterson asegura que, luego de terminar con las grabaciones de Guapas, hará cine o teatro. “Tele ya no, porque este año fueron muchas horas seguidas. Quiero estar más tiempo con mi hijo, antes de que empiece el jardín y él ya no tenga tanto tiempo para estar conmigo”.