Matías Santoianni: el amigo de los ídolos argentinos

Años atrás, el actor mantuvo una entrañable amistad con Sandro y ahora trabaja en los shows de Cacho Castaña. En diálogo con este medio, el humorista contó detalles de estos vínculos y habló de su actualidad laboral

Nacido en Castelar, Matías Santoianni inició a los 15 años su carrera de actor, profesión que eligió para su vida. Formó parte de ficciones como Valientes, Gasoleros, Carola Casini y Loco por vos. 

Durante una emisión del programa de Mirtha Legrand, el intérprete declaró que era un fanático de Sandro, sin imaginarse que su ídolo estaba mirando el programa. Así fue como este último lo llamó y lo invitó a participar en El hombre de la rosa y La profecía, las últimas producciones teatrales llevadas adelante por el Gitano. Al respecto, el humorista dijo: “Fue un sueño cumplido y las nenas (las fanáticas de Sandro) me adoptaron como a un hijo”. Ahora, el comediante tiene una productora de espectáculos musicales, trabaja en los conciertos de Cacho Castaña y en los shows del Café La Humedad, el bar fundado por este último. 

Durante una charla con diario Hoy, el actor opinó sobre la televisión y dio detalles sobre la amistad que mantiene con los dos ídolos. 

—¿Crées que la vida del actor es inestable?

—Es difícil: hoy podés tener trabajo y mañana no. Uno trata de buscar otros caminos, como la producción y la conducción. Cualquiera que mire la televisión puede darse cuenta de que hay un programa nacional compitiendo contra seis “latas” de afuera. Este mundo nada tiene que ver con lo que la gente piensa. En este ambiente se miente mucho, se guían por las entrevistas y después se dan cuenta de que el auto que usa la chica del momento está alquilado, que la ropa es de canje.

—¿Cómo ves la televisión actual, dominada por el minuto a minuto?

—Los programas de actualidad y el vivo ganaron el momento, y la realidad mediática se transformó en una novela. Cuando era chico veía el programa político Tiempo nuevo y no pasaba nada. Ahora en Intratables se rajan a puteadas, entonces el político está en un lugar mediático, y otros van al Bailando. Se mezcló la política con lo mediático. 

—¿Te interesa la política?

—Son siempre los mismos y sus promesas están incumplidas. Es igual que una novia engañada que reincide otra vez. Quizá se postula gente que no está preparada. Sucede como en el teatro, cuando convocás a una chica divina, pero sale al escenario, se resbala y sabés que no sirve. En parte es un problema nuestro como sociedad, nunca activamos, y cuando lo hacemos salimos con la cacerola un día y después nos olvidamos. El mundo entero está así, por eso gana Donald Trump, que es un empresario. Todo está devastado, se perdió el respeto, hay personas que roban y van por la vida como si nada. Se genera una impotencia en la gente que trabaja, que no llega a pagar sus impuestos. Entonces tienen ataques de furia y realmente los entiendo.

—Formaste parte de El hombre de la rosa y La profecía, los shows teatrales de Sandro, ¿cómo fue esa experiencia?

—Considero que fue uno de los artistas más grandes que tuvo el país. Haber trabajado con él fue un orgullo, un sueño cumplido. Cuando miro a la distancia, pienso que haber estado a su lado, así como ahora lo estoy junto a Cacho Castaña, son regalos de la vida. No todo el mundo tiene la amistad, la confianza, el tiempo compartido con ellos. Apren­dí y vi a artistas enormes, que son respetuosos. Son tipos que lucharon toda la vida, siguieron una conducta y me llena el corazón que me hayan dado trabajo.

—¿Qué anécdotas podés contarnos?

—Roberto Sánchez me dijo: Nunca compres lo que vendés. Él era eso, aunque la gente pensara que era Sandro las 24 horas del día. Tenía una vida normal, no estaba con bata roja y cantando Penumbras. Lo mismo pasa con Cacho, está en su casa tomando mates. Cuando llega la noche se saca todo y se prepara para los shows. 

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