Luego de que Francisco destrabara, se beatificó en oración al “mártir de los excluidos de América”


Luego de que el papa Francisco hiciera todo lo posible  para destrabar la causa de beatificación de monseñor Oscar Arnulfo Romero (el arzobispo de El Salvador asesinado en 1980 por un escuadrón de la muerte de la dictadura militar de ese país), y que se firmara el decreto el pasado 14 de febrero, hoy la iglesia argentina acompañó en oración la beatificación de quien se evocó como el “mártir y amigo de los pobres y excluidos” de América Latina. La beatificación no requerirá la demostración de ningún milagro.

Además, se firmó el decreto que reconoce el martirio y declara que el arzobispo salvadoreño fue asesinado por odio a la fe.

El primado argentino, cardenal Mario Poli, presidió en la catedral de Buenos Aires la misa concelebrada por unos 16 obispos y a la que asistieron representantes diplomáticos, funcionarios nacionales y referentes sociales.

Lozano destacó que la prédica de Romero fue siempre de cercanía a quienes se sentían “nada en la sociedad” y a favor de la paz, el diálogo y la justicia, además de condenar la violencia.

“Romero señalaba y cuestionaba sin realizar una descripción aséptica de la realidad. Denunciaba con firmeza y claridad, sin lenguajes ambiguos o elípticos. Lo suyo no era la ‘equidistancia’ sino la cercanía con los más débiles, los vulnerables vulnerados, los pobres, los campesinos explotados y oprimidos”, sostuvo.

El obispo argentino aseguró que la exigencia de Romero para que “cese la represión” de los campesinos en aquel sermón del 23 de marzo de 1980 que fue su condena a muerte, perpetrada un día después por un efectivo de un escuadrón militar que le disparó un tiro certero en el corazón en el momento que levantaba el cáliz durante una misa en la capilla del hospital oncológico Divina Providencia, de la capital salvadoreña.

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