La contención a los chicos

Voluntariados en hogares de niños: el don de brindar amor a los que más lo necesitan

En distintos espacios de la ciudad, cientos de platenses brindan contención a chicos judicializados, quienes esperan ser adoptados o poder volver con sus familias de origen  

Los motivos por los cuales los chicos ingresan a los hogares de tránsito son tan diversos como terribles. Se trata de niños a los cuales se les ha vulnerado el derecho a divertirse, la posibilidad del juego y la recreación, entre tantos otros. Por eso, los voluntariados, conformados por personas que desinteresadamente se acercan a diario a dar una mano, cumplen una función fundamental: brindarles la contención que cualquier niño suele encontrar en su familia. 

“Uno ve las mejoras inmediatas en los chicos cuando hay alguien que les sonríe, les habla, les canta o les baila. Por más dura que sea su situación, los niños son niños y ante estos estímulos responden de la mejor manera”, explicó a diario Hoy la jefa del voluntariado del Hospital Dr. Noel H. Sbarra (ex-Casa Cuna), Marianela Troncatti

En el Hospital Sbarra, ubicado en calle 8 entre 66 y 67, se alojan alrededor de 60 niños de hasta 3 años que esperan encontrar una familia adoptiva o poder volver con las suyas. Mientras tanto, cerca de cien voluntarios “se sientan en el piso y juegan”, describió Troncatti. Después de un mes de capacitación y de estudiar el reglamento que debe respetarse a rajatabla, los voluntarios ya conocen su tarea. “Les planteamos que no tienen que preocuparse por el pasado de los nenes, ni tampoco por su futuro. Su misión es el presente y hacerles transitar con alegría esos momentos que les toca vivir a los chicos estando institucionalizados”, explicó Troncatti, que también es la abogada del lugar. 

Consultada sobre los perfiles de los participantes y las motivaciones que los llevaron a involucrase en esta noble causa, la especialista explicó que los motivos son tan variados como sus edades: trabajan jóvenes de 18 años, hasta gente de 60. “El denominador común es que invierten tiempo de sus vidas para brindárselo a un niño que lo necesita. Se trata de una tarea totalmente desinteresada, pero asumiendo un compromiso importante”. 

Antes de convertirse en la cabeza de este proyecto, que conduce junto a la psicopedagoga María Victoria Zuccarelli, durante 13 años Troncatti realizó este tipo de actividades en la ex-Casa Cuna. Durante ese período, además de conocer en profundidad la institución, se llenó el alma: “Tenía 18 años cuando empecé y lo que uno recibe es mucho más que lo que puede dar. Uno siente cosas muy fuertes. El haber participado me abrió la cabeza en temas como la niñez en riesgo, la discapacidad y la vida en general”.

Además, según expresó la abogada, el hecho de ser voluntario tiene un efecto multiplicador en los otros. “Toda la gente que me rodeaba y que se enteraba de mi labor ayudaba a la institución. Mi abuela tejía para los chicos y una vecina les compraba alfajores”, evocó Troncatti. 

Una tarea ejemplar 

Tomando como modelo el voluntariado del Hospital Sbarra, el año pasado la modalidad fue implementada en el Hospital San Lucas de Olmos, que trabaja con nenes y jóvenes con retrasos severos que se encuentran bajo medidas de abrigo, y los resultados no tardaron en llegar.  

Así lo explicó a este medio la trabajadora social Eugenia Sánchez, quien junto a la psicopegadoga Alejandra Menchasca coordinan el proyecto: “Queríamos hacer algo como el Sbarra y muchos estudiantes estaban viniendo como acompañantes terapéuticos. También nos abrimos a la comunidad de Olmos y entre todos empezaron a ayudar”. En relación a las tareas que cumplen las nueve personas que integran su grupo de trabajo y asisten a diario a la institución,  Sánchez dijo que “promoviendo la inclusión, además de juegos y actividades, intentamos que tengan un contacto con el exterior. Por eso los llevamos a ver alguna obra de teatro, o al cine”. 

La directora del nosocomio, Mariel Morán, explicó a  este medio que bajo los nuevos paradigmas de la discapacidad, desde la institución también se fomenta que los chicos realicen actividades y talleres de manera individual, como una forma de integrarlos a la comunidad: “Hay algunos que van a natación y otros a danzas. Estas son disciplinas fundamentales, pero demandan gastos que no siempre podemos solventar”. Por esto, Morán extendió su pedido: “Aquellos que estén interesados en ayudar y no puedan invertir tiempo a diario, pueden colaborar apadrinando a alguno de los chicos”.

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