Cristina afronta el último tramo de su gobierno en soledad

En lo que va del 2014 terminó por romper las últimas alianzas estratégicas que le quedaban. En medio de las paritarias, preocupa en la Casa Rosada el alejamiento de la UIA y de gremios de la CGT K

La autosuficiencia gubernamental que intentó mostrar el kirchnerismo desde sus inicios no estuvo exenta de costos políticos. Por el contrario, han sido decena de actores de peso en la escena nacional los que han preferido distanciarse del oficialismo, que a esta altura, deberá afrontar el último año de gestión en completa soledad.

Empresarios, sindicalistas, intendentes, movimientos sociales y legisladores son algunos de los sujetos de peso de la realidad argentina que definieron darle la espalda a la Presidenta Cristina Fernández.

La creciente inflación y la puja paritaria terminaron por romper la alianza con sectores estratégicos que, a simple vista, tendrían entre sí intereses enfrentados pero que en la actual coyuntura definieron casi de manera conjunta ubicarse en la vereda de enfrente a la del ejecutivo nacional. Por un lado se encuentran aquellos sindicatos contenidos dentro la CGT K, conducida por el metalúrgico Antonio Calo, que decidieron abrirse y plegarse al paro convocado por la central obrera opositora de Hugo Moyano.  La UTA y la Fraternidad fueron los primeros en dar el salto al campo adversario, lo que implicará que durante el reclamo del 10 de abril el transporte público quede totalmente paralizado.

"Exigimos medidas contra la inseguridad y la inflación. Si las autoridades no llaman a la reflexión, nosotros vamos a compartir el paro", sentenció el titular de la UTA, Roberto Fernández. A estos grupos se le suma el caso del sindicato de la Sanidad (CGT oficial), conducido por Héctor Daer, quien en las últimas elecciones decidió formar parte de la lista opositora digitada por el Frente Renovador.

Por otra parte, y en lo que refiere al sector empresarial, la Unión Industrial Argentina (UIA), que durante la última década fue un acérrimo aliado k, decidió en las últimas semanas romper de forma definitiva la cadena de intereses que lo ataba a los lineamientos económicos esgrimidos desde el ministerio conducido por Axel Kicillof.

Héctor Méndez, titular de la entidad y máximo exponente del espacio que históricamente se mantuvo junto al gobierno, fue quien admitió que tuvo que  "malvender las acciones" que tenía en una empresa constructora porque funcionarios del Ministerio de Planificación lo amenazaron con marginarlo de la obra pública financiada por el Estado.

 "Vendí mis acciones, las malvendí, porque vender en un momento como este, en estas circunstancias, donde uno no pone condiciones. A ningún empresario le gusta esto y ninguno puede decir que no es tan grave", denunció Méndez ante la prensa.   

Estos casos que no paran de resonar en los últimos días son parte constitutiva de una tendencia de años, que tuvo como punto de ruptura  el alejamiento de Hugo Moyano en el 2011. Asimismo, en la lista de decepcionados también se pueden ubicar a múltiples movimientos sociales, como por ejemplo Barrios de Pie, intendentes del Conurbano (ver recuadro), gremios estatales (CTA de Pablo Micheli), legisladores, entre otros.  

La fuga indiscriminada de intendentes bonaerenses

Otra de las tendencias que fue profundizándose con el tiempo es la fuga indiscriminada de intendentes bonaerenses, sector estratégico en el peso electoral nacional. En este marco, la última ruptura fue la del intendente de Merlo y dirigente histórico del PJ bonaerense, Raúl Othacehé, quien decidió irse de las filas del FpV y ser parte del Frente Renovador.

En su momento supieron organizarse los llamados “intendentes díscolos” que se posicionaban como oposición interna al kirchnerismo. Estos sectores, en su mayoría, decidieron abrirse del gobierno y posicionarse desde la oposición, formando parte del Frente Renovador, que a esta altura es una versión con sacarina del kirchnerismo.

La endeble alianza con la estructura estatal

Casi la totalidad de los sectores que aún se continúan dentro de las filas del kirchnerismo poseen, desde su base, una reestructuración directa con los fondos estatales. En el caso de La Cámpora gran parte de su espectro militante mantienen una relación de dependencia con el Estado a través contratos, lo que a esta altura los ha llevado a ser el corazón de la (pésima) administración kirchnerista, como bien lo demuestra el caso de Aerolíneas Argentinas, el Ministerio de Economía y algunas instancias del la cartera del Interior y Transporte.

Por otra parte se encuentran, aquellas organizaciones sociales articuladas a partir de los recursos emitidos desde el Ministerio de Desarrollo Social dirigido por Alicia Kirchner, ya sea en dineros girados a través de programas sociales o vía subsidios. Tal es el caso de Kolina, la agrupación creada de forma artificial por la ministra desde el mismo día que asumió su cargo allá por el 2003.  A su vez, tanto el Movimiento Evita de Emilio Pérsico, el Frente Transversal de Edgardo Depetri  y la Federación de Tierra y Vivienda (FTV) de Luis D´Elía, son parte de los sectores piqueteros que se solventan y sostienen a partir de los fondos estatales.

Dicha condición objetiva hace peligrar el futuro del kirchnerismo como corriente política ya que la imposibilidad de encontrar un candidato del espacio que pueda mantenerse al frente de la Rosada, por ende manejar la caja estatal, hace que la base de su militancia pueda esfumarse con solo cambiar el mando del sillón de Rivadavia.