El círculo vicioso del empleo público

El gobierno K y la Provincia tienen más empleados públicos que la administración federal de EE.UU. El Estado, en la Argentina, es prácticamente el único generador de empleo, que cada vez es más precarizado

La “llamada década ganada” dejó como resultado la pulverización del empleo genuino. Y el Estado en todos sus niveles –nacional- provincial y municipal- pasó a ser casi el único sector generador de puestos de trabajo que, obviamente, muchas veces suelen distribuirse con criterios clientelares. 

Los números hablan por si solos. Mientras que la administración nacional de EE.UU., la principal potencia del mundo que tiene 10 veces más población que la Argentina,  posee aproximadamente 800 mil empleados, los agentes que se desempeñan en el Estado nacional y en la provincia de Buenos Aires superan ampliamente ese número: ambas reparticiones su­man un millón de trabajadores.

La cantidad de agentes estatales ha venido creciendo exponencialmente en los últimos años, sin que ello implique una mejora en los servicios que se prestan desde el Estado. 

Concretamente, a nivel nacional, desde 2007 el Estado incorporó algo más de 115 mil empleados (un incremento de casi 30%, contabilizados los cargos permanentes y temporarios, vía contratos) y se estima que, con el actual ritmo de contrataciones, el plantel totalizará el año próximo unos 400 mil empleados públicos.

En el caso de la provincia de Buenos Aires, la situación es similar. Actualmente, se estima que la Provincia tiene empleados unos 600 mil agentes públicos, de los cuales aproximadamente la mitad son docentes,

Ahora bien, al analizar los ultimas leyes de presupuestos, solamente aparece consignado que hay 331.710 cargos de planta permanente y 101 de plan temporaria. Estos últimos son trabajadores semi-precarizados ya que, si bien tienen obra social y se le pagan aportes patronales, no cuentan con estabilidad y no reciben beneficios como la antigüedad. En tanto, se estima que hay 150 mil agentes absolutamente precarizados trabajando bajo distintas modalidades como pasantías, becas, facturando como monotributistas (contratos de obra), etc.

Ahora bien, en la comparación de las leyes de presupuestos aprobadas en 2012 y 2011 de la provincia surgen que hubo una disminución de más de 5800 cargos, mientras que los puestos semiprecarizados aumentaron durante el mismo período en más de 17 mil agentes. ¿Cómo se explica esta situación? Es muy sencillo: a medida que se van jubilando los agentes estatales, varios de ellos profesionales (por eso está habiendo carencia de personal en hospitales, por ejemplo), se van nombrando trabajadores en condiciones precarias o de baja calificación. 

De esta manera, se va conformando un escenario donde, ante la falta de empleo genuino, que permita formar mano de obra calificada y con sueldos dignos, se crean indiscriminadamente los puestos laborales de magros ingresos en el sector público que terminan condenando a miles de argentinos a vivir con lo justo o llegar a fin de mes. Eso se complementa con el discrecional uso de los planes sociales, que no hacen más que condenar a miles y miles de familias a tener que sobrevivir en la indigencia con las dádivas del Estado. Actualmente, hay 1,8 millones de habitantes, aproximadamente 10 millones de personas, que dependen de la Asignación Universidad por Hijo que otorga tan solo $270 por beneficiario.

Toda esta situación es un círculo vicioso ya que, a medida que crece descontroladamente el empleo público y el gasto clientelar, mayor es la carga fiscal que se le impone a las pymes y a los sectores productivos para poder alimentar este enorme elefante blanco con los impuestos que pagamos todos los ciudadanos. La mayor presión fiscal, a su vez, ahuyenta la inversión, hace que no se genere trabajo genuino y por ende termina aumentando la cantidad de personas que deben ser asistidas por el Estado, lo que lleva a aumentar nuevamente la presión fiscal. 

Asimismo, para financiar el descontrolado gasto público improductivo, se apela a la emisión monetaria sin ningún tope lo que, al no tener un anclaje en el sistema productivo, no hace mas que echarle nafta al fuego inflacionario, lo que daña el poder adquisitivo de los asalariados y genera más pobres. 

Hasta que no se rompa este circulo vicioso, con políticas que tiendan a darle valor agregado a la economía, generando puestos de trabajo genuinos con salarios dignos que hagan robusto al escuálido mercado interno, se profundizará la debacle. Y más si se tiene en cuenta que, luego de las elecciones de octubre, se avecina un escenario económico complejo con un Banco Central que se está quedando sin reservas, una inflación que roza el 30% anual y varios sectores paralizados por la recesión.

Las consecuencias de una emisión descontrolada

Ante la emisión descontrolada que hace el gobierno para sostener el gasto público improductivo y clientelar, el peso –la moneda nacional- vale cada vez menos. Por eso, ayer, el dólar ayer llegó a $9,60 en la city porteña (en La Plata cotizó 9,80) y se encamina a superar la barrera de los $10 en los próximos días.

El verde billete marcó una brecha de 65 por ciento contra el que se ofreció a 5,81 pesos en el promedio de bancos y casas de cambio, en una rueda con ventas por parte del Banco Central. 

"El Banco Central estuvo vendiendo durante toda la rueda para acotar la suba ante la escasez de divisas y la persistente demanda de privados, con una pérdida neta para las reservas (internacionales) de 70 millones de dólares", dijo un operador.

 Las reservas internacionales en poder de la autoridad monetaria cerraron el lunes en 34.846 millones de dólares, una merma acumulada de 19,50 por ciento u 8.444 millones en lo que va del año. 

El dólar mayorista avanzó 2,13 por ciento en setiembre, la tercera mayor ganancia para un mes de 2013, luego de julio (+2,25 por ciento) y agosto (+3,03), hasta un acumulado de 17,81 por ciento en el año.  La proyección ubicaba el dólar mayorista en torno de 6,17 pesos para el cierre de diciembre próximo (si se tiene en cuenta un alza mensual de 2,13 por ciento), lo que significaría un avance de 25,45 por ciento en 2013. 

El proyecto de ley del Presupuesto 2014 prevé un dólar oficial de 6,33 pesos para el promedio de ese año. 

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