El desastre industrial
Mientras desaparece una industria por día, la AFIP incrementa la presión fiscal y los distintos tipos de aprietes al sector productivo. Este mismo organismo hace la vista gorda con la familia presidencial y los amigos del poder
uando el kirchnerismo deje el poder, el próximo 10 de diciembre, dejará tierra arrasada en lo que se refiere a la situación del sistema productivo en la Argentina. Poco y nada quedará de lo que, hasta hace algunas décadas, fue el país con mayor desarrollo industrial de Latinoamérica, a partir de un modelo que permitía ascender socialmente en función del trabajo genuino.
Tan devastador ha sido el accionar kirchnerismo que prácticamente se ha cerrado una industria por día en los últimos años. Así se desprende del último informe difundido esta semana por la Unión Industrial, que da cuenta que durante el período 2011-2014, la Argentina pasó de tener 60.290 empresas fabriles a 59.000, lo que representa la desaparición de 1290 emprendimientos industriales. El sector ya lleva 23 meses de caída, siendo una consecuencia de la recesión ocasionada por un gobierno que ha despilfarrado recursos como nunca antes. Ya sea para incrementar el gasto público improductivo, alimentando los mecanismos del clientelismo políticos con el claro objetivo de obtener el voto fácil, condenando a los pobres a ser cada vez más pobres, o bien dando rienda suelta a la corrupción estructural que se registra en casi todos los niveles gubernamentales.
En ese contexto, la agobiante presión fiscal contra sectores productivos, instrumentada por el gobierno a través de la AFIP, se da en momentos en que desde el organismo recaudador que preside Ricardo Echegaray hace la vista gorda respecto a la familia presidencial y a los amigos del poder.
Así es como, mientras en las últimos meses los sabuesos militantes que acatan las órdenes de Echegaray salieron indiscriminadamente a multar y clausurar a pequeños y medianos comercios del interior bonaerense por no tener posnet, al mismo tiempo se conocieron detalles de cómo desde ese mismo organismo se evitó investigar a Lázaro Báez, presunto testaferro de la familia presidencial, acusado de haber usado facturas truchas para lavar cientos de millones de dólares. Una actitud similar adoptó Echegaray en el escándalo Ciccone cuando habilitó que la imprenta utilizada para fabricar papel moneda, adquirida por testaferros de Amado Boudou, accediera a un inaudito plan de pagos para pagar una deuda millonaria con el Estado en 148 cuotas (12 años) a fin de poder levantar la quiebra. Ese era un requisito indispensable para que la ex Ciccone pudiera volver ser proveedora del Estado.
Nadie, en su sano juicio, puede estar en contra de cada ciudadano cumpla con su obligación de pagar los impuestos que corresponden. Pero cuando el organismo de contralor es conducido por personajes involucrados en graves delitos de corrupción, todo el sistema entra en crisis. Nuestro diario ha descubierto numerosas y graves irregularidades cometidas por Echegaray y sus secuaces, que fueron presentadas en la Justicia, y la semana que viene difundiremos más información al respecto.
El “industricidio”
Los datos sobre el desastre industrial fueron expuestos, esta semana, en el colegio de IDEA que fue organizado por la Unión Industrial. Allí el vicepresidente tercero de la entidad, Adrián Kaufmann Brea, del Grupo Arcor, remarcó que “desde 2011 tenemos un estancamiento de la economía y en particular del sector industrial".
"Hoy estamos 4,5% puntos debajo de 2011 en volúmenes de producción; en exportación de manufacturas, las ventas cayeron un 16% respecto de 2011; el empleo industrial cayó 1,3% en 2014", continuó. El directivo de Arcor también afirmó que "la carga tributaria es el tópico que más nos preocupa" y que "en 2007 la presión impositiva nacional llegaba al 24% y en 2014 trepó al 34%". Y también alertó que los estados provinciales y municipales subieron la presión impositiva.
La creciente presión fiscal, el cepo cambiario y las trabas a las importaciones figuran entre los principales factores que, según los referentes del sector productivo, contribuyen a la crisis que están atravesando tanto el sector industrial como las economías regionales. Cabe remarcar que, a lo largo y ancho del país, diariamente se ve como por la falta de rentabilidad, y la imposibilidad de poder hacer frente a costos dolarizados, tamberos se ven obligados a tirar leche en las rutas y algo similar sucede con los productores de peras y manzanas del alto valle de Río Negro, como así también con los productores de cítricos en Entre Ríos. Como si todo esto fuera poco, la debacle de la actividad ganadera ha arrastrado a la industria de la carne. Los datos son alarmantes: desde el año 2008 cerraron unos 150 frigoríficos, dejando en la calle a más de 17.000 trabajadores (también quebraron alrededor de 14.000 ganaderos). En definitiva, a lo largo y ancho del país, se está registrando un panorama similar al de crisis de 2001, cuando explotó la Convertibilidad.
“La presión tributaria es exagera”
Por Sergio Echebarrena *
Especial para Hoy
Para revertir esta tendencia de cierre de empresas hay que profundizar políticas de industrialización. Hay que empezar a hacer sintonía fina en la creación de industria.
El fomento de las industrias no surge por imperio de las leyes del mercado. Sí hay que apostar a las políticas públicas, hay que decidir tener una política de industrialización y profundizarla con sustitución de importaciones y el desarrollo de las empresas en el marco de un plan orientado por el Estado de acuerdo a las necesidades de las entidades empresarias y sindicales. Hay mucho por hacer.
Seguramente es más fácil comprar algunos insumos en China o en Europa que producirlos acá, pero desde el punto de vista de lo que debe ser un país integrado y con inclusión social debe utilizarse la renta del Estado para el desarrollo de las habilidades locales.
En síntesis, se requiere un plan industrial con políticas públicas que agreguen valor a la producción y a la exportación, y en un tiempo se va a poder revertir esta tendencia de que cierren las empresas que se destruyen.
Las Pymes no son formadoras de precios pero tienen que bancarse el aumento exponencial de los costos de insumos y salariales, además de la presión tributaria, la que es exagerada y determinante. El cobro al derecho a la exportación embroma a los productores.
En esto también la inflación es devastadora. La rentabilidad baja y no les permite subsistir a las industrias y pymes.
*Presidente de la Regional Buenos Aires de APYME
“Es difícil no decrecer sin un plan estratégico”
Por Francisco Gliemmo
Especial para Hoy
Argentina necesita un cambio radical. Tenemos que ir a un modelo de desarrollo productivo. Los datos que da la Unión Industrial Argentina marca recesión, la cual no es casual, el sector productivo industrial está así desde hace varios meses.
Cualquier país necesita un modelo de desarrollo productivo para que realmente pueda alcanzar y sostener un crecimiento industrial. Lamentablemente, a pesar de los incalculables recursos que tiene Argentina, es difícil no decrecer sin un plan estratégico.
Hay que tener previsibilidad, reglas claras. Un país con una inflación anual de casi 30 por ciento o más durante más de media década y en forma continua es imposible que no afecte al sistema productivo. El alza de precios no solamente le quita poder adquisitivo al trabajador sino que le quita al empresario posibilidad de inversión, por lo cual se afecta el crecimiento y desarrollo. Está todo relacionado. Es imperioso lograr una economía competitiva.
En la actualidad caen las exportaciones por la falta de competitividad, crece el déficit fiscal y con eso se limita las importaciones de materia prima y eso complica todo. Enseguida viene el decrecimiento y la crisis.
Además hay que avanzar en una reforma tributaria. Argentina aumentó la presión fiscal para sostener el desequilibrio que se genera al gastar más de lo que recauda. Todas estas variables son condicionantes para generar puestos de trabajo y fomentar un sistema económico vigoroso.
*Presidente de la UIA del Gran La Plata
“En Argentina no fomentan el desarrollo tecnológico”
Por Aladino Benassi *
Especial para Hoy
En la situación actual de la economía argentina, en la cual hay dificultades desde el punto de vista de los mecanismos promocionales para la adquisición de nueva tecnología en las empresas, hay muchas que no superan esa situación y mueren.
Acá hay una deficiencia importante de la política pública, la que debería tener una mejor asistencia a la competitividad de las empresas. Días pasados salió un comunicado de CAME, bastante minucioso sobre este tema y que nosotros lo compartimos, y que marca justamente cuáles son las necesidades del sector industrial en esta etapa, y una de las cosas en las que se hace centro es la incorporación de nuevas tecnologías.
Las políticas públicas en Argentina no fomentan el desarrollo tecnológico y esa falta de aplicación entre el conocimiento y la producción es un fuerte déficit en nuestro país.
Además ha afectado y afecta el cepo cambiario. Es una traba importante para el crecimiento. Impone dos tipos de paridad del dólar, el oficial y el blue, y evidentemente esto no es bueno para la economía. Es lo mismo que la convertibilidad de Domingo Cavallo: se fijó como obligatorio un precio a la divisa y no da libertad de fluctuación. Eso quedó demostrado que es malo para el crecimiento.
Pero también complica la situación la presión tributaria, la que no está acorde a la necesidad de progreso de las empresas. Y hay que mencionar la caída de las exportaciones y la baja de importaciones de nuevas tecnologías. Esta crisis económica en las industrias también se ve afectada por la perspectiva electoral, ya que puede motivar a algunos empresarios a no realizar una inversión que necesite. La incertidumbre de qué es lo que va a pasar a partir del 10 de diciembre frena algunas inversiones. Un indicador es que las demandas de créditos son casi inexistentes.
(*) Titular de la Confederación Empresaria de Buenos Aires
“La economía macro está desequilibrada”
Por Dante Sica *
Especial para Hoy
Las empresas siempre nacen y mueren. El problema es que en una economía estancada y con indicadores de recesión como la que sufre Argentina las pymes e industrias casi no nacen por el freno en las inversiones.
Este menor dinamismo en la creación de empresas se da por la decisión del gobierno desde el 2011 con la restricción de dólares y los límites oficiales en materia de flujo de divisas para el comercio exterior. Y si le agregamos la fuerte devaluación de enero del año pasado, el parate es mucho más importante.
La economía macro está desequilibrada y eso genera incertidumbre y castiga la tasa de nacimiento de empresas. Por eso se impone equilibrar la estructura económica del país: bajar la inflación, precios relativos alineados, políticas de incentivos, es decir, eliminar la fuerte barrera tributaria que genera pérdida de competitividad. El escaso acceso al financiamiento castiga mucho a la formación de empresas.
(*) Economista y ex Secretario de Industria de la Nación