Los Grobo y SanCor: crisis empresarial en tiempos de ajuste

La crisis económica golpea con fuerza al sector agroindustrial y lácteo. Dos gigantes del mercado, Los Grobo y SanCor, entraron en concurso preventivo de acreedores en un contexto de ajuste y recesión impulsado por el Gobierno de Javier Milei.

El grupo Los Grobo, una de las principales agroexportadoras del país, enfrenta un pasivo superior a los $200 millones de dólares y una crisis de liquidez que se reflejó en cheques rechazados por más de $3.700 millones de pesos. La empresa, cuyo 90% del capital accionario pertenece al fondo Victoria Capital Partners, intentó sin éxito renegociar sus deudas con entidades como Banco Galicia, Santander, HSBC, Bapro, Supervielle, Hipotecario, Macro e Industrial. Al no conseguir financiamiento fresco, optó por el concurso preventivo, proceso que deja en la incertidumbre a cientos de productores que entregaron granos con precio a fijar.

El caso de SanCor sigue una trayectoria similar. La cooperativa láctea, que supo ser un emblema de la industria nacional, acumula una deuda de $400 millones de dólares y una drástica reducción de su plantilla: de los 4.000 empleados que tenía en 2017, hoy quedan apenas 1.300. En la última semana, despidió a 300 trabajadores y reconoció su incapacidad para afrontar los compromisos financieros. En un comunicado, la empresa explicó que el concurso de acreedores es la única vía posible para intentar sostener la actividad.

Ambas crisis tienen un punto en común: el impacto del ajuste estructural promovido por Milei. La reducción del gasto público, la falta de financiamiento para el sector productivo y la devaluación generaron un cóctel explosivo que terminó de desestabilizar a empresas que ya venían golpeadas. Mientras el Gobierno sostiene que el “sinceramiento de la economía” traerá beneficios a largo plazo, en el corto plazo los efectos son devastadores: despidos masivos, caída de la producción y una incertidumbre creciente entre los productores y trabajadores.

El colapso de estos gigantes industriales expone las dificultades de operar en un contexto de liberalización extrema, donde el mercado se regula por sí mismo sin una red de contención para los sectores estratégicos. SanCor ya había intentado una recuperación con un fideicomiso en 2021, pero la falta de inversión frustró la iniciativa. Los Grobo, por su parte, esperaba una inyección de capital que nunca llegó. Sin herramientas estatales de apoyo, ambas empresas quedaron a la deriva.

La política económica del gobierno parece no contemplar la urgencia de estos sectores. Mientras las autoridades insisten en el ajuste fiscal y la reducción del Estado, los efectos en la economía real son evidentes: más cierres, más despidos y menos producción. La pregunta que muchos se hacen es cuánto más podrá soportar el aparato productivo antes de que la crisis escale aún más.

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