La Argentina, sumergida en el abismo del atraso tecnológico

Hace algunas décadas, el país tenía un desarrollo científico y tecnológico que estaba a la par de los principales potencias. En la actualidad, predomina el atraso y está quedando demasiado rezagado respecto a otras naciones

Hace algunos días se conoció que la banda ancha argentina está entre las más lentas del mundo y se abrió la discusión: ¿está el país preparado para afrontar los nuevos tiempos que exigen un desarrollo a nivel tecnológico e informático?
La realidad muestra que la Argentina, gobernada desde hace una década por el kirchnerismo, está cada vez más sumida en el atraso. Y hasta está siendo superada por otras naciones de Latinoamérica, que hasta no hace muchos años tenían a nuestro país como un modelo a seguir. Por eso no son pocos los que miran con nostalgia aquella nación modelo de Juan Domingo Perón y Arturo Frondizi, estadistas cuyos gobiernos lograron desarrollos tecnológicos e industriales que ponía a nuestro país codo a codo con las potencias mundiales.

Los números suelen no mentir en este sentido: la última edición del Global Information Technology Report (relevamiento a gran escala destinado a evaluar y medir la preparación de un país para beneficiarse de las tecnologías de la información y las comunicaciones) dejó al descubierto que la Argentina ostentaba el puesto 96 del ranking mundial en tecnologías de la información y las comunicaciones y 14 de la región.

Un año antes, otro estudio, esta vez difundido por el Foro Económico Mundial, indicaba que entre 133 países, Argentina se ubicó en la posición número 91 de naciones con mayor implantación de las tecnologías de la información y la comunicación.

Éstas son simplemente algunas estadísticas que esconden un mal mayor: en los últimos tiempos, el gobierno K se encargó de impulsar el ingreso de partes y piezas destinados al ensamble de distintos aparatos tecnológicos en Tierra del Fuego, sembrando interrogantes sobre la situación de la producción nacional. El paquete de polémicas medidas incluyó también una serie de trabas para la entrada de nueva tecnología del exterior, algo que, a largo plazo, podría aislar al país en su infructuosa cruzada por defender la industria argentina.   

Consultado por Hoy, el experto en actualidad tecnológica de Unión Informática (UI), Sergio Kaszczyszyn, sostuvo que “es necesario plantear la discusión sobre qué constituye progreso tecnológico e informático, o el aislamiento del mismo. Desde el punto de vista de la tecnología de consumo masivo, es necesario favorecer la producción local en detrimento de la importación, con reglas claras y establecidas”.

“Sin embargo, hay otros campos tecnológicos igualmente lucrativos que suelen pasarse por alto al ser ajenos a la vida cotidiana del público en general y merecen estrategias particulares. Por ejemplo, la tecnología aplicada a la producción de energía, el desa-rrollo agroindustrial, la investigación científica o la automatización de procesos. Cada una de ellas tiene matices que requieren una discusión más allá del aislamiento o no aislamiento tecnológico", agregó.

Como “Manuelita”
Una clara muestra del atraso argentino lo muestra la velocidad de Internet, que avanza en la Argentina a pasos similares a los de “Manuelita”, la tortuga protagonista de una famosa canción de la fallecida compositora y escritora María Elena Walsh.

Así lo demuestra los resultados de un ranking global que mide la tasa de descarga de la red de 180 países -que anualmente se difunde bajo el nombre de Net Index- y es confeccionado por Ookla, una empresa norteamericana dedicada a la producción de métricas de conectividad.

Las conclusiones no fueron para nada satisfactorias a nivel local, ya que la Argentina finalizó como uno de los países que tienen la banda ancha más lenta, situándose en el puesto 107. Son 17 lugares más abajo que en 2011, debido a una sensible reducción de la calidad del servicio que ofrecen los proveedores de Internet. Se trata de empresas monopólicas, de carácter monopólico, algunas de ellas muy cercanas al poder político.

Hoy por hoy, la velocidad promedio de descarga de datos desde Internet en la Argentina es de 4,22 megabits por segundo (Mbps), similar a la de Bahamas (4,28 Mbps) o a la de pequeña e ignota isla europea de Reunión (4,14 Mbps), situada en el océano Índico, al este de Madagascar, y con 800.000 habitantes que viven en 2.100 kilómetros cuadrados.

Aseguran que “no hay un sistema del Estado”  para controlar la velocidad de Internet

Consultado por Hoy por la situación que atraviesa el país respecto a la velocidad de su banda ancha, el decano de la Facultad de Informática de la UNLP, Javier Díaz, sostuvo que “a veces depende un poco de con qué proveedor uno se conecta y para qué servicio”.

“A partir de determinado nivel de Internet empresarial uno tiene garantizado que los tiempos para acceder a distintos servicios no van a pasar de  unos pocos nanosegundos: 80 nanosegundos, como mucho, es lo que se estila. En general, en Argentina, eso que se llama “nivel de servicio” no es algo que se verifique o que esté publicado por las empresas, no hay un control estricto”, subrayó.

Para concluir, Díaz explicó que “el tema de la verificación de ancho de banda la gente lo suele hacer mediante empresas, pero no hay un sistema de referencia del Estado, para poder decir si la velocidad que dice la empresa es efectivamente lo que está proveyendo. No hay ningún programa que esté homologado a nivel nacional”.

Reducir la brecha digital, el objetivo deseado

El Secretario de Desarrollo Social de la Unión Informática, Ezequiel Orfali, planteó sus inquietudes a Hoy sobre el desafío que supone para la Argentina el reducir la brecha digital.

“El Estado argentino debe trabajar para reducir la desigualdad que existe entre aquellos que tienen acceso y los que quedan fuera de la distribución de la información”, manifestó Orfali.

Y añadió: “un joven sin conocimientos informáticos básicos está prácticamente excluido del mercado laboral actual, sin mencionar el hecho del aislamiento social que representa el quedar afuera de la interacción que se da en las redes sociales”.

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