¿Quién pagará la fiesta K?

EN FOCO

La presidenta Cristina Kirchner ayer encabezó la 11º cadena nacional en lo que va del año para apelar al denominado “voto cuota”, tal como lo hizo el menemismo en los años ´90 cuando se le ponía bandera de remate al patrimonio nacional.

Concretamente, la Presidenta anunció que se ampliará de 20.000 a 30.000 pesos la línea de crédito a los jubilados a través de la tarjeta Argenta y dijo que los viajes a distintos puntos del país, a través de Aerolíneas Argentinas, se podrán pagar hasta en 48 cuotas. Se trata de medidas que, junto a otros planes impulsados por el gobierno de corte electoralista, busca incentivar artificialmente el consumo, que de poco y nada servirá para sacar al país de la recesión que existe desde hace varios meses. Peor aún: el remedio puede ser mucho peor que la enfermedad.

Estimular irresponsablemente el consumo, mediante una alocada emisión monetaria y con una inflación que no baja del 30 %, es como querer hacer una fiesta y hacer que otro la pague. Otra seria la historia si este tipo de medidas se instrumentaran dentro de un plan económico integral, como en su momento pusieron en marcha Juan Domingo Perón con sus programas quinquenales o Arturo Frondizi con sus iniciativas para modernizar el país a través de los planes de desarrollo industrial y el autoabastecimiento energético. Ambos gobiernos apuntaron al fortalecimiento del mercado interno, haciendo foco en la productividad y en la necesidad de generar empleo genuino dándole valor agregado a la economía. Así se conformó un círculo virtuoso que le puso fin a la espiral inflacionaria, logrando pleno empleo y haciendo de la Argentina el país más desarrollado de América Latina. Todo lo contrario ha hecho el kirchnerismo, que dejara un país con economías regionales quebradas y una moneda nacional, como es el peso, convertida en papel pintado.

La mentira jubilatoria

En el discurso de ayer de la Presidenta, se hizo especial hincapié en la situación de los jubilados. La realidad es bien diferente respecto a lo que dice la primera mandataria. Por ejemplo, la caja de la Anses, que debería utilizarse para cumplir con el 82% móvil que estable la ley, fue saqueada por una administración que ha utilizado esos recursos para financiar programas clientelares que nada tienen que ver con las necesidad de los jubilados. Por eso, más del 75% de la clase pasiva hoy tiene que sobrevivir con apenas $3821 por mes que ni siquiera alcanzan para pagar el alquiler de un departamento. En tanto, para aquellos que tienen casa propia,  gran parte de la jubilación mínima se va en los costos de medicamentos que necesariamente tienen que afrontar las personas que transitan por la Tercera Edad.

El kirchnerismo, como nunca antes en la historia, produjo un fenomenal achatamiento de la pirámide previsional, haciendo que miles y miles de jubilados no tenga otra opción que recurrir a la Justicia para que el Estado les pague lo que efectivamente le corresponde en función de lo que aportaron durante toda una vida de trabajo. La enorme cantidad de juicios que se han iniciado en los últimos años ha hecho colapsar los tribunales y la única respuesta del gobierno es dilatar los tiempos en lo que hace al cumplimiento de las sentencias, en una perversa estrategia que apunta a que los ancianos y ancianas se vayan muriendo para evitar que puedan cobrar lo que por derecho les corresponde.

Es tal la manipulación que intenta hacer la Presidenta que ayer, durante su discurso, hasta se atrevió a decir “Yo fui pobre”, una frase que hizo recordar la célebre excusa de “abogada exitosa” que utilizó cuando, en la Universidad de Harvard, la interrogaron sobro cómo logró amasar su fortuna.

Muchos de quienes conocieron a la familia de la Presidenta en La Plata, en los años 60 y 70, no podían salir de su asombro. No solamente por el hecho de que el padre de CFK tuvo una de las empresas de colectivos más importante de la ciudad, lo que le permitió a su hija estudiar en un colegio privado y tener una vida sin ninguna clase de privación, sino también porque la frase de Cristina constituye un verdadero atentado a la razón cuando su patrimonio creció escandalosamente en más de un 1000 % desde que llegó a la Casa Rosada. Y por eso ahora su familia afronta una causa judicial ante la sospecha de que se habrían lavado varios millones de dólares con hoteles fantasmales construidos en el sur. 

En definitiva, nada bueno se puede esperar de un gobierno que carece de la más mínima materia gris, con niveles de corrupción estructural aún más grave de lo que mostró el menemismo. Por eso, personajes nefastos como el vicepresidente Amado Boudou; el titular de la AFIP, Ricardo Echegaray;  el ministro Julio de Vido o la inefable Hebe de Bonafini se pueden dar el lujo de sentarse en primera fila en los actos de CFK, en lugar de estar en el banquillo de los acusados por los graves casos de corrupción que los involucran. Algo similar ocurre con el secretario general de la Presidencia, Carlos Zannini. A su vez, Axel Kiciloff, que algunos trasnochados de la Casa Rosada lo quieren impulsar como candidato a vicepresidente, pasará a la historia después del 10 de diciembre como uno de los ministros con mayores fracasos en su gestión. El problema, lamentablemente, es que las consecuencias de la fiesta kirchnerista la terminaremos pagando todos los argentinos.

El “Renol” de CFK

"Ojalá que 2019 me agarre haciendo otra cosa, lo que a mí me guste. Porque significa que después de mí va a venir alguien que va a seguir haciendo más y mejor las cosas", dijo la jefa de Estado en medio de una teleconferencia con el titular de la Sedronar, Juan Carlos Molina. El funcionario, desde Jujuy, le pidió que vuelva a ser presidenta en 2019. Además, Cristina pronunció la palabra "Renol", en referencia a la automotriz Renault lo que causó muchas humoradas en Twitter.

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